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Juan Carela

¿Existe la suerte? Taleb, Nassim Nicholas – engañado Por El Azar


Juan carela




Bolsa,Confundidos por el azar , Libros, Nassim Taleb,Probabilidad — Este es un excelente libro de Nassim Taleb, que aclara muchas ideas sobre la suerte o el azar y hasta qué punto solemos confundirlo con lo que llamamos “éxito”. Hará tambalear a más de uno. Es una pena que no exista una traducción al castellano.

Capítulo1. ¿Si eres tan rico, porque no eres más listo?

La historia comienza con la leyenda del encuentro entre Solón y Creso. Solón, un griego muy sabio, visitó un día a Creso el Rey de Lidia y por aquél entonces considerado el hombre más rico de su tiempo. Creso preguntó a Solón si le consideraba el hombre más feliz del mundo. Sin dejarse impresionar por sus riquezas Solón le dijo que eso no se podría saber hasta su muerte ya que la vida da muchas vueltas y para poder estar seguros habría que esperar hasta el final. Según la leyenda, Creso, a punto de ser quemado en la hoguera, se acuerda de Solón y reconoce la sabiduría de sus palabras. Según Taleb, la sabiduría de Solón se fundaba en tres puntos:

Aquello que se obtiene gracias a la buena fortuna se pierde con facilidad, mientras que lo que se obtiene con poca intervención de l azar suele ser más resistente y duradero a pérdidas repentinas.


Los eventos que parecen muy improbables en un momento dado pueden ocurrir y de hecho ocurren en más ocasiones de las que nos gusta creer. Taleb los llama “eventos raros” o “cisne negro”.


No importa la probabilidad de un evento si sus consecuencias son demasiado costosas para afrontarlas.

La historia de Nero Tulip
Un buen día Nero Tulip presencia una escena protagonizada por un joven treintañero que después de saltarse todas las normas de tráfico, deja su Porsche en doble fila en la puerta del impresionante edificio de la bolsa de Chicago, siendo éste conducido seguidamente al parking subterráneo por un elegante aparcacoches uniformado. En ese mismo instante Nero Tulip tiene una visión que le atraviesa como un rayo y decide cambiar su vida. Abandona lo que prometía ser una aburrida carrera en el mundo académico por el mundo de la bolsa.
Dicho y hecho. Nero encuentra una plaza de aprendiz en la bolsa de Chicago y poco a poco va ascendiendo por distintos escalafones desde agente de bolsa hasta operar en su propia empresa de inversión. Quince años después del episodio con el treintañero, Nero es capaz de tomar decisiones que implican cientos de millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos y está encantado con la emoción y aventura que le proporciona su profesión. No obstante, Nero no es ni de lejos tan rico como otros de sus colegas. Su estilo de inversión se podría calificar como conservador.

No utiliza jamás estrategias de alto riesgo y jamás se expone a perder más de un millón de dólares por muy minúscula quesea la probabilidad de que eso ocurra. Para él eso significaría volver al insoportable tedio universitario al cual no quiere volver bajo ningún concepto. En más de una ocasión durante esos años, Nero ha visto como los fondos de inversión asignados a su cuenta eran recortados a favor de otros compañeros que obtenían rendimientos muy superiores con estrategias de mayor riesgo. Por otra parte, también ha presenciado muchos de esos compañeros arruinados y expulsados de la profesión después de suceder uno de esos eventos tan improbables como desastrosos. Nero prefiere perder un poco cada día y esperar ese momento para llevarse lo que la gran mayoría, amparada en sus cálculos probabilísticos, ha perdido. Otro de los motivos por los cuales Nero no es tan rico como sería de esperar es que nunca juega con sus ahorros. Sus ahorros están invertidos en bonos del tesoro. Su pequeña fortuna no está basada en acciones que han doblado su valor y consecuentemente ésta tampoco está a merced de un desplome de los mercados. 
Nero estaba satisfecho, su trabajo le dejaba tiempo para sus aficiones y cuando llegara el momento tenía garantizado un retiro sin tener que sacrificar su estilo de vida. Todo hubiese sido perfecto si no hubiese sido por su vecino John.

John vivía justo enfrente de Nero en una casa mucho más grande que la suya y poseía varios coches de lujo. Se dedicaba a la bolsa igual que Nero pero invertía en productos de alto riesgo. Cada día Nero estaba expuesto los insultantes lujos de su vecino y al mismo tiempo iban creciendo sus sentimientos de envidia. Su mayor error fue entablar conversación con John, ya que a partir de aquel día aumentó su sensación de ser menospreciado por aquél vecino. Lo que más inquietaba a Nero era que John no brillaba precisamente por su cultura ni por su inteligencia pero sus ingresos anuales debían superar en varios múltiplos los suyos.


Nero empezaba a sentirse atrapado en la red de la competitividad social y se daba cuenta ello. Empezó a estudiar el tema y dio con los curiosos estudios de Kahneman y Tversky. Supongamos las siguientes alternativas:


Ganar 70.000 USD al año en un entorno donde la mayoría gana 60.000 USD.

Ganar 80.000 USD al año en un entorno donde la mayoría gana 90.000 USD. 
La mayoría de gente elige la primera opción a pesar de ser el segundo salario superior al primero. Para tranquilizarse, Nero solía pensar que John simplemente había tenido suerte y que en su gran ignorancia no sabía que la mayoría de veces lo que se debe al azar suele llevárselo el siguiente golpe de mala suerte que acecha a la vuelta de la esquina. 
Pobrecito. Mientras tanto John pensaba que su vecino era un snob intelectual y un perdedor. Transcurrieron algunos años y un buen día al salir de casa Nero Tulip vio a su vecino abatido en su jardín. No llevaba su habitual traje y por su postura y movimientos Nero supo al instante que había sido despedido. John había perdido todo lo que poseía y a ojos de Nero el destino le había devuelto al lugar al que pertenecía. Nero no pudo evitar una leve y malsana alegría aunque ante todo sintió que sus teorías acerca del azar eran confirmadas. Nunca más, se prometió, sentiría envidia ante energúmenos engreídos simplemente porque no conocían la estructura de lo aleatorio y de los ciclos del mercado. ¿Se puede juzgar a una persona sólo en base a su riqueza o resultados? Algunas veces quizás, pero no siempre. Veremos más adelante que el éxito de una gran mayoría de ejecutivos no es en esencia diferente que dardos lanzados al azar. No obstante, éstos casi nunca son conscientes del papel que juega el azar en sus vidas. Es más, el éxito hace que se comporten como si lo merecieran. Se les nota en sus posturas, sus movimientos, en la voz, en su serenidad, auto confianza y credibilidad. Gracias a estos signos de éxito estas personas son percibidas como líderes y parece ser que, según teorías evolucionistas, éste tipo de comportamiento está relacionado con las ventajas del macho “alpha” en el apareamiento. 
El ciclo se retro_alimenta y continúa hasta que un día la fortuna les abandona y se inicia el ciclo contrario. A continuación el autor introduce el concepto de resistencia al azar. Para ello es necesario no valorar únicamente los resultados conocidos sino la totalidad de resultados posibles si se repitieran los sucesos un millón de veces. La mayoría de gente piensa en la probabilidad solamente en relación al futuro, tomando como 100% probables los hechos ya pasados. Esto es completamente erróneo y lleva a conclusiones equivocadas. Comparemos el caso de un dentista que se gana la vida con cierta holgura con el caso de alguien que vive a todo lujo gracias a que le ha tocado la lotería. Si ambos repitieran su vida un millón de veces el abanico de posibles resultados para el primero oscilaría probablemente entre tener una consulta en un buen barrio a estar empleado en alguna clínica dental, mientras que el segundo pasaría la mayoría de su vidas de forma humilde y gastándose una fortuna en billetes de lotería.

Dos Historias Alternativas


Como es sabido, una alternativa, o decisión, en cualquier aspecto de la vida, no puede juzgarse solamente por los resultados, sino por sus costes. No obstante, sólo parecen

percatarse de esto los perdedores, pues los afortunados atribuyen su éxito a la calidad de su elección.

En lo que sigue llamaremos historias alternativas a todas las diferentes alternativas de eventos que pueden ocurrir.


La Ruleta Rusa


Pudiéramos ilustrar el concepto de historias alternativas imaginando que un excéntrico nos ofrece $ 10 millones por jugar a la ruleta rusa. Si el revólver tiene capacidad para seis balas, cada disparo se contará como una historia (de seis posibles con la misma probabilidad) cinco de las cuales conducen a la riqueza y sólo una a la muerte. Ganar significa obtener la admiración de todos, pero, a qué costo. Consecuentemente, teniendo en cuenta las historias alternativas, $10 millones obtenidos mediante el juego no tienen el mismo valor que $10 millones obtenidos mediante el trabajo, pues su dependencia desigual de la aleatoriedad los distinguen cualitativamente. No obstante, durante mis 15años en Wall Street, he visto que el público observa los aspectos externos de la riqueza sin vislumbrar la fuente (a esta fuente le llamamos el generador).


Una ruleta aún peor


La realidad es una ruleta aún peor. Al ofrecer muchas más posibles historias alternativas, después de varias pruebas la gente se olvida del peligro gracias a un falso sentimiento de seguridad, que nombraremos “problema del cisne negro”. Este problema está relacionado con otro denominado denigración de la historia, según el cual los jugadores, inversores,etc., creen que lo que sucede a otros no necesariamente tiene que sucederle a ellos. También, a diferencia de la ruleta rusa, donde el riesgo es claramente visible, nadie ve el cañón de la realidad, es decir, el generador es raramente visible, ocurriendo que se pierdan de vista los riesgos.


Buenas relaciones con los compañeros


La actuación de la aleatoriedad en la vida propia es por completo inobservable, de aquí que la resistencia a la aleatoriedad sea una idea abstracta, pues juzgar los acontecimientos con una óptica probabilística radica en considerar qué podría probablemente haber ocurrido. No obstante tampoco hay que exagerar y llegar al extremo de algunos agentes de bolsa que se vuelven inesperadamente introspectivos respecto a la aleatoriedad y llegan a ignorar completamente la que realmente ocurrió. Por ejemplo, durante una cena con un colega, tiramos una moneda para ver quién pagaría. Yo perdí y pagué, pero cuando iba a darme las gracias me dijo: “de acuerdo con tu libro dirías que desde el punto de vista probabilístico yo he pagado la mitad”. En 1980 Wall Street estaba lleno de negociantes sin formación estadística, que cayeron como moscas cuando los instrumentos financieros y los productos ganaron en complejidad, de modo que dudo que aún se mantengan allí muchos de los cientos de MBAs que conocí entonces.


Salvación vía AEROFLOT  
La década de 1990 fue testigo de la llegada de gente más interesante y con mejor formación. Esto amenizó considerablemente las salas de bolsa. Llegaron aviones enteros de científicos, principalmente físicos, cuánticos, algunos incluso con mucho éxito en sus respectivos campos de investigación. Todos ellos vinieron con el objetivo de hacerse ricos y propiciaron la tendencia a profundizar en análisis complejos. Poco a poco fue aumentando la demanda de científicos en Wall Street. Rusos, franceses, chinos e indios, (en ese orden) comenzaron a predominar en Nueva Cork y Londres. Sin embargo, muchos de estos científicos, aunque capaces de solucionar ecuaciones complejas, eran incapaces de resolver problemas vinculados a la realidad aunque en ocasiones aparecía alguna excepción. Sea como fuera, estas personas nos amenizaban las comidas y cenas con temas de conversación de alta calidad ya que contrariamente a los MBAs, estos estaban interesados en variados temas intelectuales.

SOLON VISITA EL CLUB NOCTURNO REGINE’S


En Wall Street, mis opiniones sobre la aleatoriedad hicieron que las relaciones con mis colegas no fueran siempre buenas y muy dispares con dos de mis jefes. El primero, a quien llamaré Kenny, era el típico hombre de familia. Daba la apariencia de hombre a quien se podía confiar el dinero- de hecho, progresó rápidamente en la institución a pesar de su falta de competencia. No le era posible seguir mi lógica. Era de apariencia calmada, medido en su discurso, muy presentable con su aspecto atlético, y con la rara virtud de saber escuchar. Su encanto personal le granjeó la confianza del presidente, pero yo no podía ocultar mi falta de respeto. El segundo, a quien llamaré Jean-Patrice, era un malhumorado francés de temperamento explosivo y agresivo, con fama de ser capaz de despedir a cualquiera, pero escuchaba y entendía cada palabra mía, animándome a proseguir mis estudios sobre aleatoriedad. Contribuyó grandemente a mi formación como operador de bolsa; es una de las escasas personas que se preocupan por el generador, olvidándose completamente de los resultados.


Poseía la sabiduría de Solon, pero vivía una vida colorida. No era hombre de familia. Frecuentemente me telefoneaba desde el elegante Club Regine’s, en Nueva York, por cuestiones de trabajo. Me Asombraba su obsesión por los riesgos y su capacidad de valorar todas las variantes posibles, mostrando un inmenso respeto por la ciencia y los científicos. Mientras Kenny sabía cómo ascender en la escala de una institución, Jean-Patrice no tuvo tal feliz carrera, lo que me enseñó a ser cuidadoso con las grandes instituciones financieras. Claramente, mis ideas y lenguaje puede resultarle hasta ofensivo a los que se consideran “hombres duros” en los negocios. La historia del contraste entre Kenny y Jean-Patrice no es única. Pero, cuídense los “hombres duros” ; el cementerio de los mercados está desproporcionadamente lleno de “hombres duros.
 “¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Pero tú dijiste en tu corazón: "Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte." Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo." Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo. (Isaías 14:12-15).
 "Cristo viene"  
“A Dios sea la gloria, honrará y honor por los siglos de los siglos
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Cristo Viene Ya

««Los pensamientos de una persona en los cielos, hablan más fuerte que sus obras en la tierra». Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Dios escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee. .

1 comentarios:

  1. Buen articulo, me agrado, solo que ahora habría que buscar su aplicación a los que trabajamos he intentamos con nuevos emprendimientos para impulsar el crecimiento propio de nuestras familias.

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