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Juan Carela

Tom Hayes: el hombre que tejió la red para manipular el Santo Grial del mercado

Movió el Libor a su antojo en pleno colapso global por la caída de Lehman

Apodado Rain Man por sus colegas, su Asperger le hizo ver lo que nadie veía



 
Tom Hayes, ex trader de UBS, ante un tribunal en Londres. Bloomberg
 En una sala desierta, en la sede tokiota de UBS, Tom Hayes miraba embelesado sus ochos pantallas. El trader británico, cuello desabrochado, pelo rubio revuelto, parecía todavía más desaliñado de lo habitual. Era el 15 de septiembre de 2008 y parecía, como él mismo recordaría después, el fin del mundo.
Hayes se había levantado al amanecer por una llamada de su jefe, que le ordenaba que fuera a la oficina inmediatamente. En Nueva York, Lehman Brothers se precipitaba a la bancarrota. En su mesa, Hayes observaba como el mundo digería las noticias y cundía el pánico.
Cada mercado mundial, según abría, se inundaba de rojo, mientras los inversores se deshacían Hayes se había levantado al amanecer por una llamada de su jefe, que le ordenaba que fuera a la oficina inmediatamente. En Nueva York, Lehman Brothers se precipitaba a la bancarrota. En su mesa,Hayes observaba como el mundo digería las noticias y cundía el pánico.

Cada mercado mundial, según abría, se inundaba de rojo, mientras los inversores se deshacían precipitadamente sus posiciones. En momentos como éste, Hayes entraba en un estado de semiinconsciencia, procesando la ola de información que le llegaba y calculando la mejor forma de escapar.


Una crisis financiera provechosa

Hayes era un fenómeno en UBS, una de las mejores entidades a la hora de operar con derivados. Durante todo ese año, la crisis financiera había sido buena para él. El caos le había permitido comprar barato a aquellos desesperados y vender caro a los desafortunados que necesitaban operar. Mientras muchos cerraban a su alrededor, Hayes y su aparente ilimitado apetito por el riesgo se quedó en el mercado. Tenía 28 años y había ganado más de 70 millones de dólares en el año.

Pero entonces todo ello estaba amenazado. No solo tenía que cerrar cualquier contrato con Lehman, también había apostado enormes sumas por unos tipos de interés estables. El colapso del cuarto mayor banco de inversión de EEUU garantizaba que esos tipos, que realmente no son más que barómetros del riesgo, se dispararan. 

Repasando sus libros, una tasa tenía mucha mayor importancia que cualquier otra: el Libor (London interbank offered rate), una referencia que influenciaba 350 billones de dólares en valores alrededor del mundo. Para traders como Hayes, este número era el Santo Grial. Y dos años antes, había descubierto una forma de manipularlo.

El Libor se calculaba por un comité autoerigido y con normas autoimpuestas por los principales bancos del mundo. Lo que medía era simplemente cuanto costaba a cada banco pedir dinero prestado a otro banco. Cada mañana, las entidades enviaban una estimación, se hacía la media y se publicaba el dato a media mañana. El proceso se repetía en diferentes divisas.

Un toque de 'genialidad'

Durante su época como operador junior en Londres, Hayes conoció a algunos de los 16 individuos responsables de enviar la estimación de su banco para el yen japonés. Su toque de genialidad vino al darse cuenta de que estos hombres dependían mayormente en los llamados interdealer brokers, los intermediarios involucrados en cada operación, para obtener las orientaciones que remitir cada día. 

Hayes vio algo en lo que nadie había reparado antes porque era diferente. Su profundo entendimiento de los números, su fría aceptación del riesgo y sus manías eran algo más que tics profesionales: eran síntomas de que era diferente desde su nacimiento. Hayes no fue oficialmente diagnosticado con el síndrome Asperger hasta 2015, cuando tenía 35 años, pero sus colegas le solían recordar que no era uno de ellos.
Le llamaban Rain Man, en recuerdo de la famosa película en la que Dustin Hoffman interpretaba a un autista. Muchos de ellos,  también consideraban a estos brokers como ciudadanos de segunda, mientras que Hayes reconoció su valor. Desde entonces, ha estado pagándoles para que mintieran.

Una red para manipular el Libor

En el momento que los mercados abrieron en Londres, la muerte de Lehman era official. Hayes envió un mensaje a uno de sus brokers para decirle en qué dirección quería que se moviera el Libor.  "Compañero, realmente lo necesito más bajo", escribió sin contemplaciones. El bróker le contestó asegurándoselo y durante las siguientes horas, siguió un guión muy usado: cada vez que uno de los bancos encargados de fijar el Libor le llamara y le pidiera su opinión, el bróker (de forma increíble, dadas las catastróficas noticias) diría que posiblemente iba a caer. 

El Libor fue muchas veces denominado como "el número más importante del mundo", pero así es como se fijaba: conversaciones entre hombres que, dependiendo del día, podían ser indiferentes, optimistas o asustadizos. Cuando Hayes comprobó al final del día, vio con indescriptible alivio que el Libor había caído. 

Pero el peligro no había pasado para Hayes. Durante los siguientes tres días, apenas dejó la oficina, durmiendo apenas tres horas al día. Con el vaivén de los mercados, sus beneficios y pérdidas podían oscilar entre menos 20 millones de dólares y más 8 millones de dólares en apenas unas horas. En plena locura, el Libor era la única cosa sobre la que Hayes tenía algo de control. Apretó las clavijas de su red al máximo, ofreció dinero extra a sus brokers para que cooperaran y pidió favores a distintos bancos alrededor del mundo.

El jueves, el día D

Llegado el jueves, 18 de septiembre, Hayes estaba exhausto. Era el día para el que había estado trabajando toda la semana. Si el Libor subía, sus maniobras no habrían servido de nada. Cada punto básico (una centésima parte de un punto porcentual) de movimiento al alza suponía alrededor de 750.000 dólares para él. 

Por enésima vez desde la caída de Lehman, Hayes llamó a uno de sus brokers de más confianza y le dijo. "Necesito que lo mantengas tan bajo como sea posible, ¿de acuerdo?. Te pagaré, sabes, 50.000, 100.000 dólares, lo que sea. Lo que tú quieras, ¿de acuerdo?". 

Su compinche le repitió, "de acuerdo", y Hayes contestó "soy un hombre de palabra". "Sé que lo eres, déjalo de mi cuenta", añadió el bróker. Hayes todavía estaba en la oficina cuando se publicó el Libor. 

El tipo para el yen había caído un punto básico, mientras que las tasas en los mercados monetarios comparables en otras divisas continuaban disparándose al alza.
Hayes había evitado la crisis. Usando su red de contactos, había conseguido personalmente manipular uno de los pilares centrales de la infraestructura financiera del planeta. Hayes se quitó sus auriculares y se dirigió a la cama. Hacía nada que se había quitado su edredón de superhéroes con el que dormía desde que tenía 8 años.

tom hayes
Tom Hayes, ex trader de UBS, ante un tribunal en Londres. Bloomberg


Los resultados empresariales en EE.UU. muestran mayor fortaleza que los de otras regiones. Para invertir en acciones americanas, hazlo a través de Self Bank.


Leer más:  Tom Hayes: el hombre que tejió la red para manipular el Santo Grial del mercado - elEconomista.es  http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/7000407/09/15/Tom-Hayes-el-trader-que-manipulo-uno-de-los-pilares-del-sistema-financiero.html#Kku8s3muiHoAQtvK

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Tom Hayes, ex trader de UBS, ante un tribunal en Londres. Bloomberg


Los resultados empresariales en EE.UU. muestran mayor fortaleza que los de otras regiones. Para invertir en acciones americanas, hazlo a través de Self Bank.


Leer más:  Tom Hayes: el hombre que tejió la red para manipular el Santo Grial del mercado - elEconomista.es  http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/7000407/09/15/Tom-Hayes-el-trader-que-manipulo-uno-de-los-pilares-del-sistema-financiero.html#Kku8s3muiHoAQtvK

Cristo Viene Ya

««Los pensamientos de una persona en los cielos, hablan más fuerte que sus obras en la tierra». Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Dios escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee. .

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