“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy
necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa, encender entusiasmos,
encender el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo
purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego.
Quisiera ser fuego y llama”.
Así pensaba en septiembre el agua de río de la montaña. Y, como
quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios para pedir que
cambiara su identidad.
“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo
respeto que me he cansado de ser transparente. Prefiero el color rojo
para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? Tú mismo, Señor, te
identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner
fuego a la tierra. No recuerdo que nunca te compararas con el agua. Por
eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo
necesito este cambio para mi realización personal….”.
El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la
respuesta de Dios. Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al
agua un sobre muy rojo.
El agua lo abrió y leyó: “Querida hija: me apresuro a contestar tu
carta. Parece que te has cansado de ser agua. Yo lo siento mucho porque
no eres una agua cualquiera. En ti fui bautizado por Juan en el
Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños.
Tú preparas el camino del fuego. Mi Espíritu no baja a nadie que no haya
sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego…”
Mientras el agua estaba embobada leyendo la carta, Dios bajó a su
lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el
rostro de Dios reflejado en ella. Y Dios seguía sonriendo esperando una
respuesta.
El agua comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios
sólo lo tiene el agua limpia…. Suspiró y dijo: “Si, Señor, seguiré
siendo agua. Seguiré siendo tu espejo. Gracias”.
29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el
cual es antes de mí; porque era primero que yo. Juan 1:27; 29 y 30
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Vencer al Azar
Juan Carela
El Agua que se cansó de ser Agua
- martes, febrero 28, 2017
- Juan Carela Cristo Viene Ya
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Cristo Viene Ya
««Los pensamientos de una persona en los cielos, hablan más fuerte que sus obras en la tierra». Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Dios escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee.
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