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Vencer al Azar

Sheldon Cooper. El personaje es caricaturesco. Un joven doctor en Física cuyo elevado coeficiente intelectual le dificulta tener una vida social común y corriente. Una caracterización en extremo del desbalance en las bautizadas por el psicólogo 

Howard Gardner, “Inteligencias Múltiples”. Alguien con poca inteligencia emocional e interpersonal, pero superdotado de capacidades analíticas. Por supuesto es un (divertido) cliché televisivo. Todos tenemos talentos diferentes, y eso hace que el mundo resulte un lugar más interesante.Antier hice mi visita fin semanal a la librería, encontré un libro que disfruté y me leí de un tirón. 

 
Me gustaría comentarlo en esta columna. Se llama “Cuando los Físicos asaltaron los mercados” (The Physics of Wall Street). Lo escribió James Weatherall, joven profesor de la Universidad de California en Irvine, doctor en filosofía, física, y matemáticas.El libro narra la historia y las teorías de los científicos que desde la Física han hecho aportaciones para entender y tratar de aprovechar las complejidades financieras que tienen los mercados bursátiles. El texto es oportuno pues gran parte del discurso político ha colocado a los modelos matemáticos de los fondos de cobertura (Hedge Funds) como los únicos causantes de la crisis económica que explotó durante 2008 en la banca estadounidense. Weatherall comienza hablándonos del profesor Louis Bachelier, un físico-matemático que también trabajaba medio turno en la Bolsa de Valores de Paris, y cuya tesis doctoral en 1914 se llamó “Una teoría de la especulación”.
 Luego, nos da un paseo por las teorías de los precursores de los modelos numéricos aplicados a los eventos probabilísticos: Gerolamo Cardano, Pierre de Fermat, Blaise Pascal, Paul Lévy, y Chevalier de Méré.El libro lleva una secuencia temporal: Sigue con Maury Osborne y su distribución logarítmica para el precio de las acciones, luego aborda las distribuciones de cola gruesa (los fenómenos que son extremadamente aleatorios) y las aplicaciones de la geometría fractal que Benoit Mandelbrot observó en los precios del algodón en el mercado de futuros de Chicago. Después, nos cuenta la historia de Edward Thorp, un profesor de física cuántica de la Universidad de Nuevo México que en los años sesenta se trasladó a Las Vegas y obtuvo buenas ganancias con un sistema que inventó para contar cartas en el Blackjack (meses después, los casinos obtuvieron una ley que hace del conteo de cartas un delito) En fin, se me acaba el espacio, termino diciendo que en el libro no faltan las teorías de Eugene Fama, los modelos de Black-Scholes-Merton, de Harry Markowitz, de Paul Samuelson, y de Nassim Taleb, entre otros. Si tiene oportunidad de leerlo, ¡Buen provecho!
El Nobel de Economía 2012 fue otorgado a dos estadounidenses que aplican un sofisticado arsenal matemático a la vida económica práctica. Alvin Roth, de 59 años de edad y Lloyd Shapley de 89 estudiaron cómo funciona un sistema de cooperación racional y previsible entre los agentes económicos de la sociedad. Para ello formularon modelos estadísticos y de combinaciones de variables, pero fundamentalmente, buscan abolir el azar en las decisiones que tomen las personas, pero como el azar esta dentro de lo impredecible hasta ahora es solo una utopía. Quieren dominar la contingencia de los mercados bursátiles y perfeccionar la asignación de utilidades.


Los economistas están formados en la teoría de los juegos, la lógica y en estadísticas. Los tipos de juegos de los grupos humanos hoy son la “vedete” de las investigaciones. Trabajan en el tema no solo economistas, matemáticos, sociólogos, politólogos, biólogos o psicólogos. La teoría de los juegos se aplica al derecho, a la asignación de responsabilidades, adopción de decisiones en litigios o conciliación. Uno de los grandes sueños del hombre actual es abolir la incertidumbre de la época, el azar que, a veces, la potencia. Los poetas y los filósofos fueron los primeros en elucidar qué hacer con el azar y la contingencia. Y anticipándose a cualquier racionalización economicista de la casualidad, abandonaron la esperanza de torcer el brazo de lo inesperado. Los Nobeles Roth y Shapley, en sentido contrario, tratan de conocer a fondo el cómo lograr conocer anticipadamente las conductas cooperativas en distintos segmentos económicos: mercado bursátil y reparto de las utilidades.


La teoría de los juegos hoy ganó prestigio en los sectores que toman decisiones institucionales y financieras. Sus técnicas de análisis dan confianza, articulan la ciencia del cálculo. Su pionero fue el matemático John von Neumann. A comienzos de la década de 1940 trabajó con el economista Oskar Morgenstern en las aplicaciones económicas de esa teoría. De esa corriente matemática y de los modelos duros salieron los ilustres galardonados. Han conocido con fruición el libro que publicó en 1944 von Neumannan: “La teoría del juego y la conducta económica”. Y los trabajos de Morgenstern los hicieron avanzar hasta exprimir todo lo que tiene el modelo por el que recibieron el Nobel. Roth aportó a la teoría de las asignaciones estables y a la práctica del diseño de mercado. Y su compañero de premio, Shapely, primero matématico en Harvard antes de ser economista en otras universidades norteamericanas, formuló la asignación racional de pagos en juegos cooperativos (con transferencia de utilidades).


Accionistas, inversores en alianzas estratégicas y otros actores de la vida económica, lo toman de referencia. Con la teoría de los juegos Shapley fue creativo. Dejó su apellido en la disciplina, el llamado “Valor de Shapley”, marcador por el cual se determinan las probabilidades de que ocurra un suceso en acuerdo con los jugadores de la alianza. El reparto de las utilidades tendrá un efecto tendenciado que las técnicas de las probabilidades lo podrán calcular. Para Shapley los comportamientos del mercado y de las empresas son sometidos a las leyes de la sincronía matemática de las variables y, sobre todo, la conducta humana (el desvelo del filósofo Descartes). El “Valor Shapley” muestra que si los jugadores pueden comunicarse entre sí y negociar un acuerdo antes de los pagos, la problemática que surge es diferente. A la hora de asignar dinero, Shapley sabe que una propuesta de coalición y de reparto de los pagos que garantice estabilidad a los individuos no rompe el acuerdo cooperativo de distribución.


Su colega Roth trabaja en paralelo. Usa el juego cooperativo en la asignación de médicos residentes en hospitales de los EEUU., en colegios públicos de Boston, en el mercado bursátil y laboral. En 1994 el Nobel lo ganó Jhon Nash (inspiró la celebrada película “Una mente brillante”) al tomar la teoría de los juegos pero para las conductas no cooperativas de los actores de un mercado. La economía le teme al azar, a lo que es contingente y se aferra así solo a lo calculable. El poeta francés Mallarmé escribió el mazazo “Un golpe de dados nunca abolirá el azar” y Borges jugó a la incompletud para reflexionar: “Lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad o impredecible. Esa compleja maquinaria incluiría en sí todo lo que el orden normal excluiría: lo falaz, el crimen, lo infinito”. Roth y Shapley nunca necesitaron citarlo, sus pertinencias económicas son cooperaciones finitas en un mercado que pretende desconocer el enigmático azar

"Más vale hacerse rico despacio que pobre rápidamente”.  


EL PEQUEÑO LIBRO QUE BATE AL MERCADO : DESCUBRA LA FORMULA MAS RENTABLE PARA INVERTIR EN BOLSA

Todo llega para quien sabe esperar. Nunca te des por vencido, las grandes cosas llevan tiempo.


Magnifico libro, y facil de entender.Debemos de entender que es una formula que funciona y seguira funcionando porque se basa en ratios value como buscar los Per mas bajos de las empresas, la ROA mas alta y empresas de mayor capitalizacion osea ratios de inversion en valor. Pero como cualquier inversion value solo funciona para inversiones de largo plazo entre 3 a 5 años. No os desanimeis si veis que el primer año no funciona. La rentabilidad media en los ultimos 15 años de esta formula es del 30 por ciento, muy superior al mercado. Un saludo Bestinver una de las mejores gestoras de  inversión en valor de Europa hace referencia  a este libro en su libro sobre los 12 principios value página 41. Dicen: 
" En su libro  The little book that beats the Market, Joel Greenblatt demuestra que entre 1988 y 2004, la cartera compuesta por las 30 acciones con mayor retorno sobre el capital empleado ( ROA más altal) y menor PER, hubiera ofrecido una rentabilidad anual del 30,8% frente a un 12,3% del índice formado por la 3500 compañías objeto de estudio."



La fórmula mágica para hacerse rico

joel greenblatt

Si le dijera que, con una fórmula mágica contenida en un texto de poco más de cien páginas, usted podría convertir un
dólar en 51 en el plazo de 15 años, probablemente me tomaría por loco. Pues precisamente eso es lo que promete Joel Greenblatt, uno de los inversores más exitosos del mundo, en El pequeño libro que bate al mercado.


Es cierto que las obras que explican cómo convertirse en multimillonario abundan en las estanterías de las librerías, y que todas afirman la suya es la única estrategia que funciona. El simple sentido común nos sugiere que hacerse rico no debe de ser tan fácil y que, por tanto,todos esos libros sólo venden humo.

Pues bien, déjeme decirle que el de Greenblatt es una excepción. Por una simple razón: su fórmula sí tiene sentido. Y no por su elegancia formal, sino porque está basada en sólidos fundamentos inversores. El pequeño libro... es una de las mejores obras de divulgación de la teoría del value investing, la estrategia inversora de Benjamin Graham que permitió a Warren Buffet convertirse en el segundo hombre más rico del mundo.

Básicamente, Greenblatt comienza por explicarnos que una acción es una porción de un negocio empresarial que adquiere un inversor; en otras palabras, quien compra una acción está comprando una participación en un conjunto de activos y en los beneficios futuros que dichos activos generen. En los mercados, el precio de las acciones debería depender de las ganancias que esperan los inversores generen anualmente los negocios que les interesan. Por ejemplo, si yo tengo una empresa que gana 10.000 dólares al año y le vendo un 10%, usted tendrá derecho a recibir 1.000 dólares anuales. La cuestión es, ¿cuánto estaría dispuesto a pagar por recibir esos 1.000?

Si le ofreciera el 10% de mi empresa por un dólar, seguramente aceptaría; pero si se lo ofreciera por un millón, seguramente me diría que no. La acción debería cotizar a un precio intermedio, por ejemplo a 15.000 dólares, en función del tiempo que estén dispuestos a esperar los inversores para recuperar su inversión.

Sin embargo, las ganancias futuras de una empresa son inciertas. Podemos saber cuánto ganó en el pasado, pero no lo que ganará en el futuro. De ahí que cada inversor tenga sus particulares expectativas y esté dispuesto a ofrecer un determinado precio por una misma acción. Si usted espera que mi empresa pase de ganar 10.000 a 1.000.000 dólares en un año, probablemente esté dispuesto a pagar más de 15.000 dólares por el 10% de la misma.

Debido a estas expectativas divergentes, surgen especuladores profesionales que se dedican no a tratar de anticipar cuáles serán los beneficios de una empresa, sino cuáles serán las expectativas de los inversores. Si alguien se da cuenta de que usted está dispuesto a pagar 200.000 dólares por el 10% de mi negocio, tratará de comprar mi 10% antes que usted para, posteriormente, revendérselo. Al mismo tiempo, aparecen otros especuladores que tratan de conocer cuáles son las expectativas de esos otros especuladores sobre el precio futuro de las acciones. Y así sucesivamente.

Ésta es la razón por la que las acciones oscilan tanto en el corto plazo. Sin embargo, a largo plazo el precio de las mismas viene determinado indefectiblemente por sus fundamentos, esto es, por su capacidad para generar beneficios.

Una manera de hacerse rico en la bolsa consiste en sacar provecho de esa discrepancia. Si las cotizaciones diarias (basadas en una pura especulación sobre las expectativas ajenas) reducen notablemente el precio de una acción que, de acuerdo con sus fundamentos, tenderá a crecer mucho a largo plazo, usted podrá comprar negocios muy buenos (con una gran capacidad para generar beneficios) a precios muy bajos.

El problema, de nuevo, es que resulta complicado predecir los beneficios. Existen técnicas para tratar de calcularlos con cierta exactitud, pero para manejarla hay que leer mucha literatura económica, no siempre inteligible para el profano, dedicar innumerables horas al análisis de las empresas en que se tiene pensado invertir. Ahora bien, si no se cree capacitado o no tiene tiempo para leer e investigar, puede recurrir a un método que automatiza al máximo la selección de acciones; o sea, a la fórmula mágica de Greenblatt.

Recordemos: para hacernos ricos tenemos que buscar acciones de buenas empresas a precios de ganga. Como no sabemos o no tenemos tiempo para predecir los beneficios, Greenblatt propone tomar como estimación los cosechados el año anterior. Es cierto que se trata de un método de brocha gorda con muchos problemas, pero sus defectos pueden mitigarse mediante la inversión en bastantes empresas, ya que los errores a la baja (sobrevaloración de los beneficios) tenderán a compensarse con los errores al alza(infravaloración de los beneficios).

Sin embargo, con esto aún no hemos resuelto el problema de la selección de acciones. Que una empresa gane mucho dinero no significa que sea una buena empresa (ya que puede necesitar emplear también mucho dinero para gastarlo), y además también tenemos que encontrar una medida que nos diga si la acción es cara o barata.

Greenblatt propone dos ratios: la de beneficios/activos (o ROA), que sirve para saber si una empresa es eficiente, y la de beneficios por acción/precio de la acción (o 1/PER), que nos indica si estamos ante un precio alto o bajo.

La ROA viene a expresar cuál es la eficiencia del capital empleado en una inversión. Imagine que compro una tienda por 10.000 dólares y logro unos beneficios anuales de 5.000. El ROA de mi empresa sería del 50%, lo que significa que en dos años recuperaría la inversión inicial. No sólo eso: si tengo un proyecto que funciona, en dos años podré volver a comprar otra tienda por10.000dólares, con lo que mis beneficios crecerán hasta 100.000 al año. Cuanto mayor es el ROA de un negocio, mayor es la eficiencia con que emplea su capital.

La 1/PER nos muestra la rentabilidad que obtenemos con los beneficios en función del precio que estamos pagando. Si, de nuevo, mi empresa logra unos beneficios de 10.000 dólares y tiene 10 acciones, el beneficio por acción es de 1.000 dólares. Si cada acción tiene un precio de 5.000, la rentabilidad de mi inversión es del 20% (1.000/5.000), bastante más que lo que nos ofrece un depósito a un año en el banco. Lo que nos interesa es que esta ratio sea lo más alta posible, porque así rentabilizaremos antes nuestro desembolso inicial.



Pues bien, la fórmula mágica de Greenblatt opera del siguiente modo. Cogemos todas las empresas que cotizan en bolsa y las ordenamos primero de mayor a menor ROA, asignando el número 1 a la que tenga el ROA más alto, el 2 a la siguiente, etc; luego hacemos otra lista, las clasificamos en función de su 1/PER y les asignamos sus números correspondientes; por último, procedemos a sumar: a una empresa que obtuviera un 20 en ROA y un 5 en 1/PER le asignaríamos, ahora, un 25. La clave está en invertir en las 30 empresas con mayor puntuación en el agregado: compraremos empresas muy buenas (alto ROA) a precios muy baratos (1/PER), y la gran cantidad de empresas reducirá las posibilidades de error a la hora de hacer cálculos sobre beneficios.


Si cree que este método es muy costoso y tedioso, piense en lo que ocurriría si tuviera que analizar cada uno de los balances, cuentas de pérdidas y ganancias, flujos libres de caja y fundamentos de negocio de cada una de las empresas que cotizan en bolsa. Pero bueno, si eso no le consuela, siempre puede acudir a Magic Formula Investing, donde ya le han clasificado las empresas según esos dos criterios.



Durante los últimos quince años, la fórmula ha logrado una rentabilidad media anual de más del 30%, 18 puntos superior a la del mercado (12%). Dicho de otro modo: en 20 años puede convertir cada  dólar invertido en 190 (fórmula mágica) o en 9 (mercado). Usted, sin saber casi nada de finanzas, puede batir a numerosos inversores y especuladores profesionales.



Pero si todo es tan sencillo, ¿por qué no sigue todo el mundo la fórmula de marras? Por dos motivos: comprensión y paciencia. Si quiere aplicar este método, debe tener claro que las ganancias se cosechan a largo plazo: no espere rendimientos espectaculares al cabo de uno o dos meses. De hecho, pese a que el fondo de inversión de Greenblatt ha logrado durante los últimos 20 años una rentabilidad media del 50% anual (una de las mayores del mundo), en 2007 está perdio dinero. Pero no se preocupe, lo recuperará con creces en los próximos ejercicios.

Esto nos lleva al segundo punto: es vital que entienda por qué la formula funciona... y seguirá funcionando. Esto no es un truco de magia, sino pura lógica económica. Si no lo entiende, es muy posible que se desanime si pierde dinero durante uno o dos años, o si obtiene una rentabilidad inferior a la media del mercado. Durante los últimos 15 años, la fórmula ha ganado menos que la media en uno de cada cuatro años; pero lo relevante es que en cualquier período de tres años ha ganado el doble que el mercado.



Por lo tanto, invierta a largo plazo y comprenda bien la fórmula. Si no ha quedado convencido –y si sí también–, le recomiendo que se compre el libro y que lo lea varias veces antes de ponerse a invertir. Repito: es vital que comprenda los fundamentos económicos que hay detrás de la fórmula. Una vez lo consiga, ahorre, invierta... y hágase rico.



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