Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga
tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo (Mt.
6,9-10).
Cuenta una historia que, en un frío día de
invierno, había un burrito al que le desagradaba, tanto la estación del año,
como la comida que su dueño le daba. Cansado de comer la insípida y seca paja,
anhelaba con todas sus fuerzas, la llegada de la primavera para poder comer la
hierba fresca que crecía en el prado.
Finalmente, llegó la tan esperada primavera, pero para
sorpresa del burrito, pudo disfrutar muy poco de la hierba, ya que su dueño
rápidamente comenzó a recolectarla para alimentar a sus animales. Seguramente
te imaginarás quién tuvo la pesada tarea de cargar con la hierba recolectada.
El burro tenía tanto trabajo, que no tardó en comenzar a odiar la primavera y
esperar con ansias el verano.
Pero el verano tampoco mejoró su situación, ya que le tocó
cargar con los granos y los frutos de la cosecha hasta la casa, sudando
terriblemente y abrazando su piel con el sol. Algo que le hizo volver a contar
los días para la llegada del otoño, que esperaba que fuera más relajado.
Llegó al fin el otoño y con él mucho más trabajo para el
burrito, ya que en esta época del año, toca recolectar la uva y otros muchos
frutos del huerto, que tuvo que cargar sin descanso hasta su hogar.
Cuando por fin llegó el invierno, descubrió que era la mejor
estación del año, puesto que no debía trabajar y podía comer y dormir tanto
como quisiera, sin que nadie le molestara. Así fue, como recordó lo tonto que
había sido.
Para ser felices no necesitamos todo aquello que ven nuestros
ojos, lo que nos ofrece la publicidad ni los que otros poseen. Podemos ser
felices con lo que Dios nos da porque eso es exactamente lo que necesitamos.
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18.
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18.
Muchas veces la gente se pasa años buscando tener más,
buscando vivir la historia de los demás y en esa su búsqueda lo único que hacen
es aumentar su infelicidad porque cada vez que llegan a donde pensaron que
serían felices se dan cuenta de que algo más les hace falta y ven que
abandonaron cosas muy valiosas por algo que no existe.
No está mal querer superarse pero no vivas desdichado ignorando que, en realidad, podrías ser una de las personas más bendecidas del mundo.
No está mal querer superarse pero no vivas desdichado ignorando que, en realidad, podrías ser una de las personas más bendecidas del mundo.
Cristo es el hombre más feliz porque nada antepuso al amor de Dios
haciéndose servidor de todos. Como él mismo lo dijo: El Hijo del hombre
no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate
por muchos (Mt. 20,28). Y en el evangelio de Lucas nos dice: Los reyes
de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el
poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros,
sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna
como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el
que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de
vosotros como el que sirve (Lc. 22,25-27).
"Cristo
viene"
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