Uno de los libros contemporáneos más interesantes es El cisne negro de Nassim Nicholas Taleb. La tesis central es simple y, por lo mismo, poderosa. Según el autor, la dinámica de la historia humana no la rige lo predecible sino lo que nadie tuvo en cuenta, aquello que era totalmente inesperado.
Aunque el propósito no es agriar la Navidad, es bueno hacerle caso a Nicholas Taleb, imaginando cuáles podrían ser esos cisnes negros para los cuales hay que prepararse en el año 2014. No es para darle cuerda a una mentalidad catastrófica pero, como decía el presidente de Intel, Andrew Grove, solo los paranoicos sobreviven.
No es descartable un incidente militar entre Estados Unidos y China en alguna zona del Pacífico. Las presiones domésticas que están viviendo los chinos, contaminación, desaceleración, crisis demográfica, divisiones sociales, campesinos cada vez más marginados, se van a compensar con un activismo nacionalista que pone a esa región en peligro.
Estados Unidos, que se quedó sin oficio en Afganistán e Irak, va a tener una capacidad subutilizada que terminará aplicándose en esa región del mundo.
La debilidad de la Unión Europea está tentando a Putin a incrementar su activismo económico, militar y político para recuperar la zona de influencia histórica de Rusia. Si los europeos creían que se podían expandir hacia el oriente impunemente, están bastante equivocados. El año entrante va a ser desafiante en esas materias. A la señora Ángela Merkel –que es un titán político– le va a tocar pararle el macho a Putin para que no dañe el vecindario.
Irán –y el mundo– que se prepare también. El camino de las conversaciones diplomáticas para moderar el programa nuclear de ese país no será suficiente para darle la tranquilidad necesaria a Israel. Los israelitas se están mordiendo la lengua ante las iniciativas de Obama. Y ya están armando el plan para destruir –sin permiso de sus grandes aliados– todas las capacidades nucleares de su archienemigo, a riesgo de desatar una guerra regional. Egipto y Siria, los únicos realmente capaces de enfrentar a Israel, están en una crisis estructural y esa debilidad alienta a los actuales dueños de Jerusalén.
Suena remoto para nosotros, pero la situación entre India y Pakistán también representa un inmenso riesgo. Ambos países están en momentos políticos internos muy complejos. Las tensiones territoriales, raciales, étnicas y religiosas se van a disparar en 2014. Ambas naciones cuentan con un arsenal nuclear cuyos militares se mueren de las ganas de usar.
Para no hablar del demente que rige los destinos de Corea del Norte, quien guarda debajo de la cama una bomba atómica. Los hechos recientes demuestran que la fragilidad de su liderazgo es un incentivo poderoso para que se comporte como un matón de esquina y ponga en riesgo la frágil estabilidad del sudeste asiático.
Más cerca de casa, la viabilidad de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, siga en el poder está en entredicho. La crisis económica y social es de tales dimensiones que no hay retórica ni petróleo que alcance para evitar una insurrección generalizada. El estallido de una guerra civil en el vecino país el año entrante parecería inevitable. Todos –tirios y troyanos– se están armando hasta los dientes.
Colombia no se escapará de los cisnes negros. No me sorprendería que el proceso de paz lleve a que el ELN se vuelva las nuevas FARC.
Feliz Navidad y próspero año nuevo 2020
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