El emperador de Inditex se lanza al mercado inmobiliario a modo de inversión para adquirir inmuebles en los mejores emplazamientos de las ciudades más atractivas del mundo y después alquilarlos
Amancio Ortega, en una de las poquísimas fotografías que se tienen de él
Imaginen por un instante el tablero del Monopoly, el popular juego de mesa que propone conquistar el mayor número de propiedades posibles para después hacer negocio con ellas y vivir de las rentas lo mejor posible.
Bien, si su intención es sentarse a jugar una partida, sepan que nunca deben disputarla con Amancio Ortega, emperador de Inditex y la tercera fortuna mundial (posee 43.000 millones de euros según la revista Forbes). Mejor absténganse a retarle en el tablero inmobilario y dediquen el tiempo a otras cuestiones más productivas. El rey del negocio textil -el grupo Inditex emplea a más de 124.000 personas gracias a su multimillonario negocio de ropa-, ha optado por continuar fortaleciendo su inmenso patrimonio lanzándose al mercado inmobiliario.
No hay quién le gane. Sus recientes y mastodónticas inversiones para la adquisición de emblemáticos edificios que después alquila en los emplazamientos más demandados y caros de las ciudades, le han convertido en el amo del callejero estatal y su nombre suena con fuerza en las principales avenidas mundiales. Nada se resiste al poderío económico de Amancio Ortega, monarca del Monopoly.
Imaginen por un instante el tablero del Monopoly, el popular juego de mesa que propone conquistar el mayor número de propiedades posibles para después hacer negocio con ellas y vivir de las rentas lo mejor posible.
Bien, si su intención es sentarse a jugar una partida, sepan que nunca deben disputarla con Amancio Ortega, emperador de Inditex y la tercera fortuna mundial (posee 43.000 millones de euros según la revista Forbes). Mejor absténganse a retarle en el tablero inmobilario y dediquen el tiempo a otras cuestiones más productivas. El rey del negocio textil -el grupo Inditex emplea a más de 124.000 personas gracias a su multimillonario negocio de ropa-, ha optado por continuar fortaleciendo su inmenso patrimonio lanzándose al mercado inmobiliario.
No hay quién le gane. Sus recientes y mastodónticas inversiones para la adquisición de emblemáticos edificios que después alquila en los emplazamientos más demandados y caros de las ciudades, le han convertido en el amo del callejero estatal y su nombre suena con fuerza en las principales avenidas mundiales. Nada se resiste al poderío económico de Amancio Ortega, monarca del Monopoly.
Sobre la espuma de champán que provoca la onda expansiva de Inditex, la empresa que no para de crecer desde hace años y que le ha situado en el podio de los más ricos solo por detrás de Carlos Slim y de Bill Gates, Amancio Ortega fundó en 2002 Pontegadea, la sociedad inmobiliaria que se encarga de la adquisición de los inmuebles para después explotarlos en régimen de alquiler. Ajeno al lodazal y el desastre de la burbuja inmobiliaria que ha dejado la economía patas arriba y la crisis como hilo conductor del relato de la historia reciente del Estado español, Amancio Ortega ha crecido aún más gracias a su extraordinaria capacidad económica para invertir en el ladrillo, donde se impone un mercado a la baja; con muchos vendedores y escasos compradores.
El paisaje ideal para un inversor con la cartera llena de dinero. Al magnate, poseedor de unos fondos mareantes, el dinero le sobra y ha irrumpido con enorme fuerza en el mercado de los edificios de lujo en céntricos emplazamientos de las ciudades más importantes, imanes imbatibles para el suculento negocio de los grandes alquileres y su potencial para extraordinarios ingresos.
Pionero, rupturista y visionario en el mercado textil, impulsor de la ropa de consumo rápido, el manual de estilo de Amancio Ortega responde a los clásicos en el asunto inmobiliario: comprar para después alquiler.
El libro de cabecera de los rentistas. También lo es Amancio Ortega. A lo grande, eso sí.
A diferencia de otros inversores a los que el estallido de la gran burbuja se tragó sin solución de continuidad, el dueño del emporio Inditex ha sabido esperar el momento idóneo y explotar el mercado inmobiliario de manera exitosa y favorable para sus intereses. A su favor, un mercado tocado, y un poderío económico sin parangón. Sus formidables inversiones en algunos de los inmuebles más codiciados han traspasado tantas fronteras como la propia Inditex. Ortega es un gigante en las principales vías del Estado español al hacerse con varios edificios, de lo más atractivos por su ubicación y por la posibilidad de obtener grandes réditos alquilando distintos espacios de estos inmuebles.
Esa política es la que ha seguido alrededor del mundo desde Pontegadea, cuya actividad consiste en la adquisición de inmuebles para después alquilarlos.
La sociedad se ocupa del arrendamiento de los edificios así como de su gestión comercial, técnica y administrativa y de la liquidación de ingresos y gastos de arrendamiento.
La sociedad inmobiliaria es una de las más importantes y activas. Pontegadea multiplicó casi por cuatro el patrimonio neto en 2012, que asciende a 11.670 millones de euros. Además elevó un 30% los ingresos por arrendamiento de inmuebles hasta los 191 millones. Sus adquisiciones se han posado sobre los lugares más preciados de Londres, Nueva York, París... El mapa de la inversión inmobiliaria de Amancio Ortega se emparenta con la de la apertura de tiendas de Inditex, cuyas marcas se sitúan en las calles más comerciales del planeta.
En ocasiones, se solapan. Algunas compras de edificios están destinadas al negocio textil, mientras que otras potencian la inversión inmobiliaria como negocio en sí mismo.
Coleccionista de edificios
La tercera fortuna del planeta se ha significado por la compra de inmuebles de alto valor, únicamente al alcance de multimillonarios, o milmillonarios como en este caso. La apuesta de Amancio Ortega es nítida.
Se gastó 400 millones de euros para comprar la Torre Picasso de Madrid, que era propiedad de FCC (Fomento de Construcciones y Contratas) a finales de 2011. El rascacielos, de más de 70.000 metros cuadrados y que genera unos ingresos anuales de 20 millones en concepto de alquileres, está enclavado en la calle Serrano de Madrid. En esa misma vía, en el número 23, en primavera, Zara, la marca principal del grupo Inditex, abrirá la tienda más grande del Estado español. El local ocupará un edificio magnífico.
Siguiendo el mismo modus operandi, Ortega ha ampliado la colección recientemente con otro estupendo inmueble en Barcelona, una de las ciudades predilectas para las inversiones del magnate.
En la Ciudad Condal, Amancio Ortega ha pagado 100 millones de euros por la antigua sede del BBVA, situado en la Plaza Catalunya. También fue el mejor postor para la compra al Sareb (el banco malo) de la que fuera sede del Banesto en Barcelona. Pagó 44 millones de euros por la operación.
Muy cerca de esas dos inversiones, en el Paseo de Gracia, la milla de oro de Barcelona, también ha clavado sus garras financieras Amancio Ortega. Invirtió 80 millones de euros en la compra del edificio que cobija el inmueble de Apple, que opera en régimen de alquiler. El Paseo de Gracia bien podría llevar el nombre de Paseo Ortega dadas las propiedades del rico empresario.
Esa idea es extensible a las principales calles comerciales del Estado español, repletas de locales comerciales del grupo gallego. Lo cierto es que en el Paseo de Gracia también es dueño del número 30. Abonó 53 millones por un inmueble que alberga oficinas y la única tienda de Burberry en la capital catalana. A esas propiedades se le debe sumar la compra de un edificio, en el número 93 de la misma calle, y que es de uso familiar.
Al mismo tiempo, en un paquete de edificios que adquirió al Banco Santander en 2007 por 500 millones de euros, se hizo con la sede central de la entidad en la ciudad, situada como el resto de inmuebles en el Paseo de Gracia. En su cartografía de las recientes conquistas inmobiliarias estatales también ocupa un hueco importante Valencia. El magnate de la moda rápida ha adquirido por 23,5 millones de euros el número 29 de la calle Colón, otro tipo de conquistador. En ese inmueble en el corazón de la metrópoli valenciana está instada la tienda de Apple, otro Gülliver del mundo empresarial, donde la mayoría son lilliputienses. No es el caso de Amancio Ortega.
Londres, Nueva York, París...
Pontegadea, el vehículo inversionista del multimillonario, también ha realizado diversos negocios en Europa y Estados Unidos, principalmente. Entre las incorporaciones a su álbum de joyas de ladrillo, sobresale la compra de un bloque de oficinas en Londres. El fundador de Inditex es el máximo accionista de la compañía (mantiene alrededor del 60% de títulos), adquirió a finales del pasado año Devonshire House, un edificio histórico situado en el West End londinense.
La sociedad abonó 480 millones de euros por el inmueble, de más de 16.000 metros cuadrados y que se encuentra enclavado en una de las mejores zonas para el mercado de alquiler. Antes de esa compra, el magnate también irrumpió en Oxford Street, donde posee otras propiedades. En la esquina entra la citada calle y New Bond, el empresario adquirió el edificio que contiene la tienda de Zara por 192 millones de euros. El espacio de 7.000 metros cuadrados en el corazón de Londres dispone de 3.155 metros cuadrados destinados para superficie comercial, mientras el resto, 3.855 metros cuadrados es para el alquiler a terceros, la segunda pata del banco del negocio de Amancio Ortega.
Si su implantación en Londres es significativa, no es menos su desarrollo en París, donde según Le Figaro, el magnate habría realizada una oferta cifrada en 1.200 millones de euros para la adquisición de una veintena de inmuebles en los barrios más elegantes de París y en calles como la avenida Montaigne o el bulevar Haussmann. En París, ya disponía de un edificio en la calle Hálevy. En 2012, los alquileres franceses dieron a Pontegadea 15 millones, 5 de ellos de beneficio neto.
En Nueva York, otra de las plazas que mima Amancio Ortega, las inversiones realizadas por la tercera fortuna han sido muy importantes. Recientemente ha sumado a su lista de la compra un edificio de 5.2000 metros cuadrados por 70 millones de euros. En 2011, el grupo del que es fundador agregó un inmueble de 3.000 metros cuadros en la Quinta Avenida, la calle más comercial de Nueva York, para una de sus tiendas. La firma tuvo que desembolsar 240 millones de euros. Superior a esa inversión es la que realizó para comprar un centro comercial y uno de oficinas en Chicago. Ortega pagó 250 millones de euros para un inmueble.
En Rodeo Drive, símbolo del oropel de Beverly Hills (Los Ángeles), el magnate adquirió un edificio de tres plantas por 100 millones de dólares para convertirse en casero de Gucci. La relación con Italia no finaliza ahí, ni mucho menos. Entre sus incontables adquisiciones, Ortega logró amontonar otra propiedad. Compró por 103 millones de euros los locales que ocupaba en régimen de alquiler en las galerías Vittorio Emanuele de Milán. Así se hizo propietario del establecimiento. Porque la idea es esa. Comprar para alquilar y hacer negocio. El 'monopoly' de Amancio Ortega.
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