“Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de anoche, situado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol”…
En el que todo ser viviente amanece con una espléndida sonrisa… donde decir “buenos días” es como una oración de buena suerte.
Una pequeña isla donde el peregrino es tratado como un hermano más; el extraño se vuelve amigo y se hace parte del lugar a que llegó…
Hay un país en el mundo en el que habitan más de 10 millones de personas, pero con billones de almas que anhelan estar, más que los viernes de verano, los 365 días del año.
Es un pequeño lugar del planeta donde se cuela el mejor café del mundo; se hace el mejor dulce de coco, el verdadero mangú de plátano…
Donde la gente es capaz de quitarse la comida de la boca con tal de calmar el hambre de cualquier desconocido…
Un pedazo de tierra en el que Dios se esmeró, no solo por la hospitalidad de sus ciudadanos y su gastronomía; sino también por el caluroso clima, las altas montañas, los campos y las codiciadas playas y arenas.
Una nación que tiene de todo para todo el mundo…
Hay un país en el mundo de 48,442 kilómetros cuadrados, rodeado por el Océano Atlántico y el Mar Caribe, que ha sido herido, golpeado sin compasión…
Se trata de un lugar donde hay cientos de irregularidades injustificables, pero que sus bondades sobresalen ante todo.
De un pueblo que cuida a sus visitantes; que protege a los de afuera con más esmero que a los de adentro.
Hablar sobre la cantidad de turistas que recibe sería llover sobre mojado.
Desde cultura hasta religión, desde río hasta playa, desde montaña hasta ciudad… Hay un país en el mundo que se llama República Dominicana y es el mejor del planeta.
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