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Salmos 14:2 El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombrespara ver si hay alguno que entienda,alguno que busque a Dios.

Walt Disney decía que la belleza está en el interior. Puede resultar demasiado 'buenista'. Nos quedamos con aquellos que sugieren que la verdadera belleza está bajo la cabellera...Y es que no todo van a ser rankings de millonarios, bellezas, propiedades, goleadores... No.

Los 10 personajes más inteligentes del mundo
Foto: El actor James Woods pasa por ser uno de los hombres más inteligentes del mundo./Archivo


La organización 'Super Scholar', que asesora a estudiantes, ha decidido crear una lista con los 10 cerebros vivos de mayor cociente intelectual (IQ) basándose en los personajes conocidos de los que se conoce este dato. Entre ellos se encuentran científicos, como Stephen Hawking; empresarios, como el cofundador de Microsoft Paul Allen; y artistas, como el actor James Woods.
Los expertos han indicado que "valorar la inteligencia de una persona es una cuestión muy subjetiva" ya que se puede tener el cuenta el cociente intelectual o los logros que un hombre ha hecho a lo largo de su vida. Así, la lista "no tiene orden".

Stephen Hawking. Tiene 160 de IQ y, a sus 70 años, tiene en su haber más de 14 premios y ha escrito 7 libros. Para los expertos que han llevado a cabo esta lista, Hawking "se ha hecho a sí mismo" y "ha conseguido que la sociedad entienda el universo".

Es, oficialmente reconocido por el libro Guiness de los récords, como el hombre con el coeficiente intelectual más elevado del mundo, pues ha obtenido en las pruebas de IQ una puntuación de 210. No obstante, otros personajes le superan en la puntuación, aunque no se hayan incluido en el Guiness.
Por su parte, el cofundador de Microsoft, Paul Allen, tiene un 170 de IQ y, además de ser uno de los más inteligentes del mundo, se encuentra entre los 50 hombres más ricos del planeta.

Entre estos hombres del mundo de la ciencia y la tecnología, se ha colado Rick Rosner, un hombre que, a pesar de que tiene un 192 de coeficiente intelectual, se ha dedicado siempre a oficios de los que 'Super Scholar' denomina "no inteligentes". Rosner es guionista del programa de televisión de Jimmy Kimmel y, anteriormente, fue portero, camarero y modelo.


Otro de los hombres vivos más inteligente del mundo es, según este estudio, el conocido ajedrecista Garry Kasparov (190 de IQ). Su currículum destaca que es el jugador que más tiempo ha estado en el número 1 del ránking de mejores del mundo.

La lista también incluye al actor James Wood (180 IQ), ganador de tres premios Emmy y candidato a 2 Oscar; al matemático Andrew Wiles (170 IQ), quien ha resuelto el teorema de Fermat, considerado por muchos como el problema matemático más difícil del mundo o la niña prodigio del ajedrez Judit Polgar (170 IQ). Hay nombres que superan el IQ de Kim Ung-Yong, aunque su nombre no esté incluido en el Guiness, como el físico Cristopher Hirata (225 IQ), que a los 14 años trabajaba en Caltech o el investigador Terrence Tao (230 IQ), con más de 200 artículos publicados.
Los expertos que han llevado a cabo este estudio han explicado que, actualmente, el 50 por ciento de los habitantes de la Tierra tiene puntuaciones de IQ de entre 90 y 110, que es un grado normal, un 2,5% tiene valores inferiores a 70, que se denomina "deficiencia mental", el 2,5 por ciento de las población mundial son muy superiores en inteligencia (con más de 130), mientras que sólo un 0,5 por ciento de las personas están cerca de ser genios, con más de 140 de IQ
  
 Sal. 14.1-3 1  Dice el necio en su corazón: No hay Dios.  Se han corrompido,  hacen obras abominables;  No hay quien haga el bien.2  Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres,  Para ver si había algún entendido,  Que buscara a Dios.3  Todos se desviaron,  a una se han corrompido;  No hay quien haga lo bueno,  no hay ni siquiera uno

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13):


Mauro acababa de cumplir 28 años y tenía que tomar una decisión. Nacido en una humilde familia brasileña, Mauro había completado una carrera académica estelar. Después de una brillante licenciatura de física en Rio de Janeiro, consiguió una beca para el programa de doctorado en cosmología del King’s College de Londres.
Ahora, con el título de doctor bajo el brazo, Mauro tenía que decidir su futuro: ¿continuar en el mundo académico o trabajar para el sector privado? El comienzo de la vida profesional de cualquier joven investigador es extraordinariamente exigente. A menudo, este periodo consiste en mudanzas entre países, poca estabilidad laboral y salarios muy bajos. Mauro se había casado dos años antes y su mujer acababa de dar a luz a su primer hijo, así que aceptó una oferta para trabajar en un banco de inversión de la City de Londres.
Desde los años 90, miles de investigadores en física y matemáticas han seguido la misma trayectoria que Mauro. A medida que avanzaba el proceso de globalización económica, los mercados financieros crecieron exponencialmente. Los bancos de inversión y los hedge funds necesitaban nuevos talentos para crear complejos productos financieros. ¿Qué mejor que reclutarlos desde el mundo académico donde los salarios son tan bajos? En la industria financiera, a profesionales como Mauro se les conoce como “quants”, un diminutivo para “analistas cuantitativos”.
El sueño de utilizar modelos matemáticos para predecir los mercados financieros es muy antiguo. Si gracias a herramientas analíticas podemos predecir los eclipses de Luna para los próximos 10.000 años, ¿por qué no encontrar las ecuaciones que nos permitan hacernos millonarios?
El mundo financiero creyó encontrar su santo grial en el año 1973. Dos economistas estadounidenses, Fischer Black y Myron Scholes, publicaron unaecuación que permitía estimar los precios de ciertos contratos financieros conocidos como “derivados”. En pocas décadas, el mercado de estos complejos instrumentos movería cientos de billones de dólares. Black y Scholes fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía en el año 1997.
A los inversores les gusta el riesgo, siempre y cuando puedan ponerle un precio. Los nuevos talentos matemáticos parecían capaces de cuantificar los riesgos de instrumentos financieros cada vez más complicados. Con la seguridad que proporcionaban los analistas cuantitativos, los managers de los bancos se lanzaban a crear productos aún más sofisticados.
Mauro fue asignado a un equipo que trabajaba sobre el mercado inmobiliario estadounidense. Su tarea consistía en comprar miles de hipotecas a los bancos y englobarlas en un instrumento llamado “obligación de deuda colateral”, que luego vendía por trozos a otros inversores. En el año 2000, David X. Li, un matemático que trabajaba para JP Morgan, había publicado una fórmula que permitía cuantificar los riesgos de este producto. Usando la fórmula de Li, las agencias de rating calificaron con una triple-A muchas obligaciones de deuda colateral, lo que aumentó el apetito de los inversores por estos instrumentos. Esa demanda provocó que los bancos comenzaran a dar hipotecas a personas que difícilmente podrían devolverlas.
Hasta mediados de 2007, todo el mundo parecía feliz. Los bancos de inversión anunciaban cada trimestre beneficios de miles de millones de euros y analistas cuantitativos como Mauro se embolsaban jugosos bonus.
Hoy sabemos que aquella fiesta terminó con el mayor descalabro del sistema financiero desde la Gran Depresión. Muchas bancos sólo sobrevivieron gracias a las inyecciones de dinero público.
¿Cómo pudieron las matemáticas fallar tan estrepitosamente? Las ecuaciones son construcciones precisas. El problema es que cualquier modelo matemático de la realidad reposa sobre ciertas hipótesis y simplificaciones. Por ejemplo, la fórmula de Li fue derivada utilizando los datos del mercado inmobiliario durante los últimos 20 años, un periodo de tiempo donde los precios siempre habían subido.
Cuando estalló la burbuja, esos modelos ya no reflejaban la realidad. Mauro cuenta que sólo en una de las semana de noviembre de 2008, se produjeron 7 eventos para los que sus modelos daban una probabilidad de 1 vez cada 20.000 años.
El problema no fueron las fórmulas, sino la confianza ciega que estas generaron. Como todo el mundo creía comprender los riesgos, la complejidad del sistema creció hasta volverse incontrolable.
Millones de personas en todo el mundo están sufriendo las consecuencias. Además, los miles de cerebros que absorbió el mundo financiero suponen un terrible desperdicio de talento: ¿cuántos avances científicos habríamos logrado si genios como Mauro se hubiesen dedicado a la medicina o la física?
Hageo 2:7-9
7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.
8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.
 

"Cristo viene"  

“A Dios sea la gloria, honrará y honor por los siglos de los siglos

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Contra el terror, educación. Contra las armas, la palabra. Contra la brutalidad, el pensamiento. Contra el fanatismo, los libros. Contra el miedo, la valentía. Contra el odio, el amor. Contra el fundamentalismo, la duda.

El fundamentalista piensa que está en posesión de la verdad, de la verdad absoluta. Una verdad por la que se puede morir y matar. No se cuestiona que pueda estar equivocado. No se hace preguntas. No duda. Está convencido de que todos aquellos que piensan de forma diferente están equivocados. Son estúpidos porque son infieles y son infieles porque son estúpidos. Los terribles asesinatos de París nos muestran de forma palmaria esa forma de pensar y de proceder. Dice el escritor Amin Maalouf, de origen libanés, que «ninguna causa es justa cuando se alía con la muerte»
El dogmático no admite la duda porque la considera una amenaza para su dogma. No puede haber resquicios por los que se filtre la interrogación. La verdad es apodíctica, es decir incondicionalmente cierta, necesariamente válida. Es monolítica, no admite puntos de vista.

En el libro Cuentos que mi jefe nunca me contó, de Juan Mateo, he leído al respecto una simpática y significativa historia que quiero compartir con mis lectores.

Un joven acude a un rabino para decirle que desea que le enseñe el Talmud porque todos los judíos que conoce son ricos y él quiere serlo. El rabino le dice que se encuentra en un error porque ser judío es una ideología, una religión y no un modo de hacerse rico. Cuando el joven se despide diciendo que buscará otro maestro judío que le entienda, el rabino le dice que le va a proponer cuatro cuestiones y que, si acierta una de ellas, accederá a enseñarte el Talmud.

El joven asiente entre curioso y esperanzado. Dice el rabino:

– Dos deshollinadores judíos se caen por una chimenea. Uno sale limpio y el otro sucio. ¿Quién de los dos irá a lavarse?

El joven contesta:

Es evidente que el que está sucio.

No, responde el rabino. Desde el punto de vista de la realidad irá a lavarse el que está limpio. Porque cuando el sucio mire al que está limpio, pensará: yo también lo estoy. Y cuando el que está limpio mire al que está sucio pensará que él también lo está. Por eso irá a lavarse.

El rabino procede a plantear la segunda cuestión:

– Dos deshollinadores judíos se caen por una chimenea. Uno sale limpio y otro sucio. ¿Quién irá a lavarse?

El que está limpio, contesta el joven con aplomo.

Pues no, dice el rabino, porque desde el punto de vista de la verdad, el que está limpio ve que está limpio y el que está sucio comprueba que está sucio. Así que irá a lavarse el que está sucio.


Atento, dice el rabino, porque solo te quedan dos posibilidades de acertar.

Le plantea la misma cuestión por tercera vez y el chico contesta sin vacilar pensando que esta vez su respuesta será la deseada.

Una vez el limpio y otra vez el sucio.

No señor, dijo el rabino, desde el punto de vista metafísico es imposible que dos personas que han caído por la misma chimenea, una salga limpia y otra sucia. Queda solo una posibilidad de acierto, dijo el rabino. Fíjate bien.

El rabino le plantea la cuarta y última cuestión. Y utiliza los mismos términos para hacer la pregunta. El alumno contesta de manera que considera inobjetable:

– Desde el punto de vista de la realidad el limpio, desde el punto de vista de la verdad el sucio y desde el punto de vista metafísico el problema no tiene sentido ya que no pueden salir de la misma
chimenea uno limpio y otro sucio.

El rabino contestó:

– Pues no. No tienes razón ya que, desde tu punto de vista, no puede haber dos deshollinadores judíos, ya que todos los judíos son ricos.

Hay muchos puntos de vista sobre la realidad, como nos muestra esta historia. Algunas personas se consideran en posesión de la verdad. Nunca piensan que puede haber en sus posiciones un resquicio de duda. Qué error.

Recuerdo una sentencia del Talmud que cuenta que en un debate controvertido un alumno del maestro emite una opinión bien argumentada sobre la cuestión. El maestro, después de escucharlo atentamente, dijo:

Tienes razón.


Inmediatamente pide la palabra otro alumno que, de forma ordenada y clara, expone su opinión sobre el tema expresando la idea opuesta a la de su compañero.

El maestro apostilla:

Tú también tienes razón.

Un tercero levanta inmediatamente la mano para decir lo siguiente:

¿Cómo puede ser que quien da una opinión tenga razón y el que da la opinión contraria también la tenga? Eso es imposible.

El maestro se dirige a este último interviniente y, con gran calma, le dice:

Tú también tienes razón.

Pensar que uno tiene toda la razón es echar raíces en el terreno del error. No admitir la duda es un signo inequívoco de fundamentalismo.

En el libro La librería de los finales felices se dice (cito de memoria): No discutas con un idiota, porque te llevará a su terreno y te ganará por experiencia». El idiota piensa que la razón es propiedad suya. Cree que solo él tiene la verdad. Y por eso no es capaz de abrirse a cualquier otra. Al idiota le parece un sinsentido el título del interesante libro de Sascha Arango La verdad y otras mentiras. El idiota confunde pereza de pensamiento con firmes convicciones.
Querer imponer la razón en un serio obstáculo para comprender la realidad. Por el contrario, tener en cuenta otros puntos de vistas, otras perspectivas de la realidad nos enriquece y nos permite comprender.

La verdad es poliédrica. Tiene muchas aristas, muchas perspectivas, muchos matices. A la verdad le vienen bien las expresiones «depende», «según y cómo», «desde ese punto de vista», «en mi opinión», «según creo», «me parece», «quizás», «podría ser»
Quienes se aferran a dogmas, no suelen soportar que otros los tengan. Lo decía claramente aquel fanático entusiasta:

Me molestan mucho las personas dogmáticas, porque aquí no hay más dogmas que los míos

Nicolás de Cusa hablaba de la docta ignorancia. Antes lo habían hecho San Agustín y San Buenaventura. La docta ignorancia es el conocimiento de los límites de nuestro saber, es la conciencia de nuestra ignorancia, es la actitud prudente del sabio ante las limitaciones de nuestras facultades. El que sabe mucho, sabe también cuán grande es su ignorancia. Por eso los sabios suelen ser humildes y los necios, petulantes. Lo explico con este sencillo símil. Imaginémonos que lo que sabe una persona se encierra en un círculo diminuto. Pues bien, los límites con la ignorancia, que es el espacio que rodea ese círculo, son muy pequeños. Si lo que uno sabe se encierra en un circulo mayor, el contacto con lo que no sabe es también más grande. Y si el círculo del conocimiento es enorme, será también enorme la sensación de estar en contacto con muchas cosas que se desconocen.

Por eso, creo que la lucha contra el dogmatismo no está en las armas sino en los libros, no está en la guerra sino en la educación.


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