Reflexiones

Cristianismo

Economia

Forex

Vencer al Azar

Juan Carela

George Müller y la Vida de Oración

"Dios me ha dado un campo de misión aquí mismo y viviré y moriré en él". 

 Hace unos días encontré en medio de unos papeles el libro “Padre de huérfanos, La vida de George Müller”. 

Siempre quise leer de la biografía de este hombre de Dios, pero nunca tuve la oportunidad de hacerlo, así que me “apropie” por una semana de dicho libro, habiendo terminado su lectura el día de hoy y debo decir que ha sido una hermosa experiencia el haberla leído. 

Debo de confesar, que he quedado conmovido, ya que al leer la vida de oración de este hombre, y al compararla con la mía, siento una fuerte vergüenza, pero a la misma vez, un fuerte impulso a mejorarla y ejercitarla. 

A continuación transcribo un trecho del libro, donde nos muestra la intimidad que este hombre tenía con Dios y como se acercaba a Él aún en las cosas más sencillas del día a día: Una espesa niebla envolvió el barco, obligándolo a navegar lentamente por temor a chocar contra los acantilados de la rocosa costa. 

En consecuencia, la nave comenzó a retrasarse. Ante el riesgo de no poder cumplir con su primer compromiso, George se dirigió al puente de mando en busca del capitán. - Vaya, aquí está usted, dijo George al ver al capitán inclinado sobre un mapa. 

Debo decirle que necesito estar en Quebec el sábado por la tarde. El capitán soltó una carcajada. Eso es imposible, señor Müller. Quienquiera que lo esté esperando tendrá que entender que este barco está envuelto en la niebla y que no hay nada que yo pueda hacer al respecto. - En ese caso, dijo George, abiertamente –, si usted no puede encontrar la forma de llegar a tiempo, tendré que pedírselo a Dios.

 No he llegado tarde a una sola cita en cincuenta y dos años y no pienso hacerlo ahora. Acompáñeme a mi camarote y allí oraremos juntos. El capitán quedó tan sorprendido que no acertó a articular palabra. George abandonó el puente y el capitán le acompaño mansamente, yendo hacia cubierta, el capitán cayó en cuenta de lo que iba a hacer y protesto: Pero, ¿de qué sirve orar? La niebla es tan espesa que no acierto ni siguiera a ver la popa.

 E inclinándose sobre la baranda, añadió: Compruébelo usted mismo, señor Müller. - No necesito hacerlo- replico George encaminándose intencionalmente hacia las escaleras. No pongo el ojo en el tiempo, sino en Aquel que lo controla. George entró en su camarote y cerró la puerta firmemente después que entrara el capitán. - Oremos- dijo arrodillándose al pie de su camarote. El capitán siguió su ejemplo y se puso patéticamente de rodillas. - Querido Dios- comenzó diciendo George –, vengo a ti para pedirte lo imposible. Tú sabes que necesito estar en Quebec el sábado y que la niebla nos ha rodeado. Levanta, por favor, la niebla para que el barco pueda continuar su travesía y yo pueda llegar a tiempo.

 Amén. George abrió los ojos y miró al capitán. -Querido Dios… –susurro el capitán con voz temblorosa y desconcertada. George coloco suavemente la mano sobre el hombro del capitán. -No hace falta que usted ore- le dijo. Usted no cree que Dios vaya a responder su oración y yo creo que él ya ha respondido la mía. Con expresión de gratitud el capitán se puso de pie. -Abra usted la puerta –le dijo George con mucha seguridad-. He conocido a mi Señor por cincuenta y dos años y en todo ese tiempo no recuerdo una sola ocasión en que no haya respondido a mis oraciones. 

Le puedo asegurar que la niebla se ha disipado. El capitán abrió la puerta despacio. Se asomó a cubierta y después regreso al camarote de George con el rostro pálidecido de asombro. - Se ha ido – dijo con voz apenas audible-. Tal como usted oró a Dios, la niebla se ha disipado. 

George Müller confió en Dios de una manera plena y poco frecuente. Su fe y su generosidad establecieron un modelo de vida para los cristianos de todas las generaciones. George Muller (1805-1898) "Dios me ha dado un campo de misión aquí mismo y viviré y moriré en él". 

 George Muller se quedó mirando a la niña mendiga. NO tenía mas de 5 años y llevaba custas a su hermanito. Su madre murió a causa de la epidemia de cólera que azoto Inglaterra, y su padre nunca regreso de la mina. En medio de la enlodad calle, esta niña pequeña presto su rostro a los numeroso huerfaonos de Bristol. 

 A pesar de la precariedad de alimentos y dinero para cubrir las necesidades de su propia familia, George Mullr abrió su corazón y su hogar. El Club del Desayuno de la Casa Muller, sostenido por la provisión de Dios, pasó de 30 niños a llenar 5 grandes edificios que fueron hogar de mas de 10.000 niños huerfanos. George Muller confió en Dios de una manera plena y poco frecuente. 

Su fé y su generosidad establecieron un modelo de vidapara los cristiano de todas las generaciones. George Müller Abigail era la hija más pequeña de una pareja de padres que temían a Dios. Su primera oración infantil fue dicha en las rodillas de George Müller, el gran hombre de fe del siglo XIX. Un día, la pequeña, que tenía sólo 3 años de edad, le dijo: «Me gustaría que Dios respondiese mis oraciones de la misma forma que responde las suyas». «Él responderá», fue la respuesta inmediata de Müller. 

Tomando a la pequeña en su regazo él repitió la promesa de Dios: «Todo cuanto pidieres en oración, creed que lo recibisteis, y lo recibiréis». «Ahora, Abbie, ¿qué es lo que deseas pedir a Dios?». «Yo quiero lana», dijo ella. Entonces él, juntando las manos en actitud de oración, dijo: «Ahora, repite lo que yo voy a decir: «Por favor, Dios, manda lana para Abbie» – «Por favor, Dios, manda lana para Abbie», repitió la niña, y saltando, corrió para jugar, perfectamente satisfecha. De repente ella volvió, y, subiendo a sus rodillas, dijo: «Por favor, Dios, manda en colores variados». Al día siguiente ella se llenó de gozo y alegría al recibir una caja que vino por el correo, con una gran cantidad de ovillos de lana de colores variados. 

Su profesora, que estaba fuera realizando una visita, encontró los ovillos de lana y pensó que a su alumna podrían gustarles. Primeros años George Müller fue uno de los mayores hombres de oración de toda la historia. Andrew Murray escribió sobre él: «Del mismo modo que Dios colocó al apóstol Pablo como un ejemplo en su vida de oración para los cristianos de todos los tiempos, así también puso a George Müller, en tiempos más recientes, como una prueba para Su iglesia, de que él continúa respondiendo siempre la oración, en forma literal y maravillosa». Nació en Alemania en el a ño 1805, y su juventud estuvo marcada por la maldad y el despilfarro.

 De niño tuvo una fuerte inclinación por el engaño y el robo, razón por la cual llegó a estar encarcelado durante veinticinco días. En noviembre de 1825 conoció al Señor en una sencilla reunión en una casa, a la cual, sorprendentemente, se hizo invitar por un amigo cristiano. Desde entonces comienza a manifestarse un profundo vuelco en su manera de ser y de vivir, aunque no sin severas pruebas y fracasos. Su padre quería hacerle pastor luterano, pero él quería hacerse misionero. Cinco veces se ofreció para enrolarse, pero cada vez hubo obstáculos en el camino, permitidos por el Señor. 

Finalmente solicitó su admisión en la «Sociedad Londinense para la Evangelización de los Judíos». Fue aceptado, y se trasladó a Londres en marzo de 1829, aunque nunca llegó a ejercer allí. Por ese tiempo había comenzado un despertar entre muchos creyentes, quienes a la luz del Nuevo Testamento «Dios todavía está vivo, y hoy, como hace millares de años atrás, él oye las oraciones de sus hijos, y ayuda a quienes confían en él». «Definitivamente, ¿usted piensa que Dios dejaría de lado una oración de toda una vida? orando por un familiar perdido en el mundo».


Cristo Viene Ya

««Los pensamientos de una persona en los cielos, hablan más fuerte que sus obras en la tierra». Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Dios escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee. .

7 comentarios:

  1. Aquellos tiempos que no volverán. Daba gusto tanta elegancia

    ResponderEliminar
  2. Eran buenos tiempos, donde había respeto y dignidad. Eso eran otros tiempos. ¡Amen!

    ResponderEliminar
  3. En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

    ResponderEliminar
  4. David contrastó su esperanza eterna con el enfoque de la mayoría de la gente acerca del éxito físico temporal en este mundo (v. 14). En lugar de riqueza y tener sus necesidades físicas satisfechas, el deseo de David era ver un día a Dios cara a cara, despertar en semejanza glorificada de Dios.
    El apóstol Juan también describió esta esperanza en 1 Juan 3:2: “Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es”.
    ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron. Hebreos 2:3

    ResponderEliminar
  5. "Dios me ha dado un campo de misión aquí mismo y viviré y moriré en él".

    ResponderEliminar
  6. «Dios todavía está vivo, y hoy, como hace millares de años atrás, él oye las oraciones de sus hijos, y ayuda a quienes confían en él».

    ResponderEliminar
  7. Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto. (Mateo 5:48)

    ResponderEliminar

Traductor del Blogs

Anuncios

Dale Me Gusta

Total Visitas a la Pagina

Anuncios