Reflexiones

Cristianismo

Economia

Forex

Vencer al Azar

Juan Carela

La "Prueba del M​asmelo" y su incierta capacidad predictiva de futuros problemas del comportamiento humano

Cosas buenas llegan a quien sabe esperar. Esto lo entiende una madre que abraza a su bebé después de 9 meses, el atleta que alcanza el triunfo al final de la competencia, el millonario que reinvierte, el científico que encuentra la solución a su problema o recibe el Nobel, el artista que practica su arte después de muchos años. Y lo sugiere una prueba muy sencilla que fue fundamental para las ciencias sociales.

La Prueba del M​asmelo, Marshmallow Test, experimentos sociales, éxito en la gente, pruebas a niños, gratificación voluntaria, bombones, estudios longitudinales. La prueba del m​asmelo. Walter Mischel fue un importante psicólogo austriaco que hizo estudios sobre personalidad en las universidades de Stanford y Columbia, Estados Unidos, en la década de 1960. La importancia de su trabajo radica en sus estudios longitudinales en los que dio un seguimiento de más de 14 años a los niños a quienes les aplicó la Prueba del m​asmelo. La llamada prueba del m​asmelo (Test)1, diseñada por él para mostrar la importancia del control de estímulos y del refuerzo retardado de esperar que las cosas mejoren.

La aplicó a un grupo de niños de cerca de cuatro años y les pedía que pasaran cada uno a un cuarto cerrado donde se les grababa solos ante un m​asmelo. A cada niño se le explicaba que podían comer el masmelo inmediatamente o podían esperar unos minutos y tener dos si y solo sí esperaban 15 minutos a que el investigador regresara y no se habían comido el primero.

Tras catorce años de seguimiento del comportamiento de esos niños, Mischel descubrió que los niños impulsivos, aquellos que habían  comido el m​asmelo inmediatamente o que no habían podido esperar 15 minutos por el segundo m​asmelo, en general tenían baja autoestima y bajos umbrales de frustración. Por otro lado, aquellos niños que habían esperado y logrado obtener 2 m​asmelos, eran en promedio personas socialmente más competentes y con mayor éxito académico. Figura 1: La prueba del bombón consiste en dejar al alcance de un infante un bombón con la promesa de que si no se lo come en 15 minutos, se le dará otro. Algunos resisten haciendo distintas cosas o distrayendo su atención o vista, otros no resisten ni acabar las instrucciones.

El artículo de Mischel y Ebbesen de 1970 plantea que debe ponerse atención en el aplazamiento de la gratificación. Si bien la prueba del  m​asmelo es simple, hay muchos factores que analizar.

El tiempo. Quince minutos para un niño de 4 años es un tiempo enorme. Si bien a esas edades hay un alto grado de conciencia, el tiempo es totalmente relativo. Los niños tienden a perder la paciencia y aburrirse rápidamente, en especial si el objeto del deseo se encuentra al alcance. Podemos hacer la analogía de que decirle a un niño de 4 años que espere 15 minutos por algo que le gusta equivale a decirle a un adulto con sueño que le traeremos el café que tanto quiere y necesita en 2 horas.

El beneficio. Una ganancia del 100% es clara y atractiva, incluso para alguien de 4 o 5 años. Si bien a esa edad no se tiene conciencia de porcentajes, la oferta parece valer la pena y existe una manipulación de la atención de los infantes al plantearles la disyuntiva. Todos entienden que tener 2 m​asmelo es sustancialmente mejor que sólo 1.

Los niños seleccionados en el primer experimento. La cantidad de infantes seleccionada para el primer experimento fue de 32, 16 niños y 16 niñas que asistían a la Bing Nursery School de Stanford University, una escuela de niños de clase media alta cuyos padres habían cursado al menos unos semestres de carrera universitaria y estaban ligados a la academia. Uno de cada tres.

En la prueba del m​asmelo, se grababa a los niños para observar qué hacían cuando el investigador salía del cuarto. Muchos comían el masmelo inmediatamente, otros esperaban 10, 15 o 40 segundos, y otros 5 o 10 minutos. Algunos incluso esperaban 14 minutos. Pero 2 de cada 3 niños se comían el dulce, no podían esperar.

Por otra parte, había niñas y niños que esperaban obtener el segundo masmelo, 1 de cada 3. Lo miraban, lo olían, algunos tocaban el dulce y se saboreaban los dedos. Otros jugaban alrededor del dulce, componían y cantaban canciones, le pegaban al suelo, le hablaban al techo. Había quienes escogían ver todo excepto el m​asmelo o jugar con su ropa. Incluso lloraban pero resistían a cambio de una ganancia extraordinaria del 100% en 15 minutos. Estos niños, a la edad de 4 años, entendían que para lograr una mayor beneficio requerían esperar.

El seguimiento. La prueba del m​asmelo no paró en un experimento de resistencia. Aproximadamente 14 años después se siguió la huella de los participantes. Se entrevistó a los niños cuando llegaron a los 18 o 19 años y se analizaron sus vidas. Los resultados eran reveladores y contundentes: el 100% de los niños que no habían comido el malvavisco eran “exitosos”: tenían buenas notas en la escuela (mejores resultados en pruebas académicas estándares como el SAT, prueba estándar de aptitudes en los Estados Unidos para entrar a las universidades), una buena relación con los profesores (mayor asistencia a la escuela y orden en casa), un sano índice de masa corporal (BMI) y otras medidas de vida “exitosas” como planes a futuro y estar estudiando en las universidades.

¿Pero qué pasó con aquellos que no pudieron esperar por un mayor beneficio? Un gran porcentaje de los niños que se comieron el malvavisco, 15 años después, estaban metidos en algún tipo de “problema”. No habían llegado a la universidad, no tenían buenas nota.

Figura 2: De acuerdo al seguimiento que se les dio por alrededor de 3 lustros, se observó que aquellos niños y niñas que habían logrado mantener los 15 minutos sin comer el bombón tenían mejores expectativas y estilos de vida que aquellos que no lo lograron.

Nuevos experimentos y más malvaviscos Hasta ese punto, la correlación parecía clara: aquellos que a temprana edad entendían la autodisciplina de sacrificar un bien inmediato por uno mayor estaban destinados a cumplir sus metas. Algo que se puede considerar sorprendente es la correlación en un experimento social. La probabilidad del experimento fue 1. Esto quiere decir que con resultados obtenidos cuando niños, se podía predecir quién sería un adulto “exitoso”. Esto tomó por sorpresa a los investigadores, quienes buscaban una reacción freudiana como diferencias entre niños y niñas o alguna relación con traumas infantiles, y no una relación de adaptación social tan clara, y en especial en un tiempo donde había muy pocos estudios en el área del comportamiento humano.

Como el primer experimento consistía en un grupo reducido de niños, las pruebas continuaron en 1990, 2006, 2011 y 2012, y eran muchas más, pues con un solo experimento no se podía llegar a conclusiones más sólidas. Se aumentó el número de niños, se cambió el m​asmelo por otras recompensas y se diversificaron las clases sociales y los orígenes étnicos de los infantes. Como los resultados continuaron siendo los mismos, se pensó lo siguiente, dicho en términos prácticos.

Para retrasar la gratificación de manera efectiva, es mejor no pensar en el tema o suprimir el pensamiento del objeto que se desea (Si estás a dieta, es mejor evitar pensar en la comida grasosa que no debes comer, te ayudará a mantenerte en la dieta). • Si el malvavisco está presente en la sala o cuarto, es más difícil esperar por el segundo (Si quieres que el niño termine su tarea y después juegue un videojuego, es mejor que el videojuego no esté a la vista). • Ser exitoso en la prueba del malvavisco representa la capacidad de crear mecanismos para reducir la frustración (Si fallaste hoy, buscar elementos que te ayuden a superar la frustración y seguir intentándolo es fundamental. Solo así puedes volver a fallar y volver a intentarlo, y así hasta cumplirlo. Ya sea para una meta financiera, practicar los tiros a gol, hacer la tarea o la famosa dieta).

Masmelo en Colombia Con la presentación llamada "No te comas el masmelo aún", Joachim De Posada presenta en su plática TED este tema como el factor más importante para el éxito. Al ver la sorprendente correlación de los datos, se pensó en qué tanto se podría extrapolar el estudio a Latinoamérica. Entonces, en el año 2009, se reprodujo el mismo experimento en Colombia con niños de 4, 5 y 6 años. Su primera muestra contenía 643 niños.

La oferta a los niños era la misma: tener el 100% de retorno de la inversión de m​asmelo en tan sólo 15 minutos. Los resultados de la prueba fueron prácticamente los mismos que en Estados Unidos. Dos de cada tres niños comían el m​asmelo y uno de cada tres resistía la tentación. Un gran porcentaje de los niños que esperaban tenían la capacidad de no concentrarse en el m​asmelo y resistir la tentación. Según De Posada, esta es una habilidad que los niños adquieren a temprana edad.

Al pasar 14 años, los resultados en Colombia fueron idénticos a los de Estados Unidos. Aquellos niños que esperaron a tener 2 m​asmelos tenían buenas notas en la escuela, una buena relación con los profesores, con sus padres y planes a futuro. De igual manera, se podía predecir entonces quién sería “exitoso”.

Factores que pueden modificar los resultados de la prueba

Por supuesto, hay factores que hacen fallar la Prueba del m​asmelo y el más obvio de ellos es el hambre. Un menor hambriento o con carencia de dulce puede tener mayor tentación que otros niños sin su apetito por la facilidad de acceder a dulces. Aun cuando es difícil medir estas variables, Walter Mishchel sostenía que el experimento funcionaba y que estas variables no jugaban un rol tan predominante en el estudio si el hambre no era extrema.

Por otro lado, no sólo es importante la habilidad de esperar de los niños, la sociedad también lo es. En regímenes autoritarios, donde las reglas no se respetan o pueden cambiar en cualquier momento, los niños comerán el m​asmelo inmediatamente ya que no tienen confianza. También lo harían si las promesas de mejores cosas han sido rotas en el pasado o si los niños están en el seno de una familia en una gran crisis, donde sus miembros se ven en la necesidad de tomar cualquier bien inmediato para resolver sus problemas. La necesidad de sobrevivir nubla la capacidad de esperar y otras funciones.

Además, es posible que los resultados de la prueba no resulten tan duraderos. En mayo de 2018, Tyler Watts publicó lo que considera la revisión de la prueba del m​asmelo en Estados Unidos. Trabajó con 900 niños para demostrar que las correlaciones con el autocontrol no eran tan fuertes como se planteaban en los sesenta. Su trabajo concluye parcialmente lo siguiente:

  1. Quizá no deberíamos poner tanta atención a la capacidad de retrasar la gratificación en niños a temprana edad. La prueba del masmelo ha sido sobrevalorada, ya que ahora (2018) se encuentra una menor relación que la que se encontró antes.
  2. La educación de las madres puede jugar un papel mucho más importante en el futuro de los niños que los resultados de la prueba del m​asmelo. Mientras mayor es la educación de la madre, mayor es la posibilidad de "éxito" del hijo como adulto.
  3. Los resultados y sus correlaciones con el éxito aún pueden encontrarse en la actualidad, tal y como se plantean los resultados de Mischel y De Posadas; sin embargo, la habilidad para esperar el segundo m​asmelo está más fuertemente ligada al estatus socioeconómico, el ambiente en casa y la habilidad cognitiva del infante. Aquellos niños que esperan provienen de casas con mayor afluencia económica y su éxito futuro estaría basado más en sus ventajas socioeconómicas que en su voluntad.

Sin embargo, la fuerza de voluntad en los infantes sí conduce a menos tentación, menos distracciones cuando tratan de concentrarse, más inteligencia emocional y confianza y seguridad en la toma de decisiones. Mischel no respondió oficialmente a este trabajo ya que estaba en su lucha contra el cáncer de páncreas y falleció en septiembre del mismo año.

Figura 3: Es probable que la prueba del m​asmelo esté sobrevalorada.

Nuevos experimentos consideran otras variables, como nivel socioeconómico, ambiente familiar, social y antecedentes culturales de los padres, grado de desnutrición, entre otros. Por lo tanto, no sería una medida determinante para anticipar la calidad y expectativas de vida.

¿Cómo no comerse el m​asmelo? ¿Qué se puede hacer si no hemos desarrollado la habilidad de esperar por una gratificación mayor y si nos hemos comido los primeros m​asmelos constantemente en nuestra vida? ¿Qué pasa si podemos ver claramente esta actitud en nuestros niños? De Posada plantea soluciones muy simples en su blog y sus libros.

• En cuanto a los niños, hay que enseñarles el concepto de saber retrasar un beneficio pequeño por otro mejor. Hay que motivarlos a esperar. Por ejemplo, se les puede ofrecer que por cada peso que ahorren, un adulto podría poner otro peso después de un tiempo si es que el niño lo deja en una cuenta bancaria. • En adolescentes y adultos, la autodisciplina es esencial. Fijarnos pequeñas metas y cumplirlas mediante un poco de trabajo diario. Comer más sano, ahorrar para un bien, subir una calificación, hacer ejercicio, leer un poco diario son pequeños logros que podemos incorporar a nuestra vida.

• En Corea, se enseña el principio de saber esperar un bien mayor y sacrificar un bien menor con autodisciplina como política pública. Esto se considera la base del éxito económico del país. Copiar esta idea y enseñarla a políticos y empresarios puede ser fundamental.

¿Ya me puedo comer el malvavisco? La Prueba del m​asmelo es un experimento que está claramente basado en el método científico (observación, medición, experimentación, análisis, formación de hipótesis o ley) aunque se aplique en un ambiente multivariable como el social. Aun con sus limitaciones, es un tema que empuja a la curiosidad. A los sobrinos o primos cercanos a quienes seguiremos a lo largo de la vida, ¿qué resultados nos daría hacerles la prueba del malvavisco hoy?

Sabemos que ningún experimento es definitivo para saber el futuro de los niños y que las ciencias sociales no podrán establecer una ley definitiva e invariable en el tiempo. Sin embargo, enseñar autodisciplina es fundamental para lograr metas y hacer un cambio cultural y realmente efectivo.

 El malvavisco, ​ masmelo, ​ nube, ​ esponjita, fringuel, jamón o suncho es una golosina que en su forma moderna consiste en azúcar o jarabe de maíz, clara de huevo batida, gelatina previamente ablandada con agua, goma arábiga y saborizantes, todo ello batido para lograr una consistencia esponjosa.



Cristo Viene Ya

««Los pensamientos de una persona en los cielos, hablan más fuerte que sus obras en la tierra». Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Dios escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee. .

1 comentarios:

  1. "Aprecio mucho el increíble artículo que dedicaste a nuestras reflexiones. Siempre estoy atento a tu blog; es una fuente constante de inspiración."

    ResponderEliminar

Traductor del Blogs

Anuncios

Dale Me Gusta

Total Visitas a la Pagina

Anuncios