"Era
bueno corriendo, pero no porque fuera más rápido, sino por mi
determinación", lo dice James Dyson. El apellido le está diciendo algo
¿verdad? Es muy posible que tenga uno de sus aspiradores en casa o haya
oído hablar de sus revolucionarios ventiladores.
¿Qué hace falta para ser un genio? Posiblemente algo de la determinación que este británico exhibe abiertamente, pero también una dosis considerable de inconformismo y espíritu transgresor. Las islas han alumbrado al menos a tres figuras relevantes de nuestro tiempo que han ido un poco más allá de lo establecido y marcado sus propias normas: Richard Branson, fundador de Virgin, Jony Ive, el creador de los productos estrella de Apple, y por qué no, este irreverente genio.
Ahora su apellido da nombre a un imperio presente en 65 países y que da empleo a más de 3.000 trabajadores. Y que, por descontado, le ha hecho multimillonario. ¿Cómo sucedió todo? La vida en torno a este personaje, nombrado, por cierto, caballero, es tan alocada como la historia de su fortuna. Si a Isaac Newton le cayó una manzana en la cabeza, Dyson vio la luz mientras pasaba el aspirador en el salón de su casa.
La vida en torno a este personaje, nombrado, por cierto, caballero, es tan alocada como la historia de su fortuna. Si a Isaac Newton le cayó una manzana en la cabeza, Dyson vio la luz mientras pasaba el aspirador en el salón de su casaAquel trasto hacía más ruido que otra cosa pero aspiraba muy poco. Intrigado, abrió la caja donde se ubica la bolsa y la sustituyó sin éxito. Y aquí, donde cualquier mortal hubiera optado por llevar el aparato al taller o propinarle una patada de frustración, nuestro hombre decidió indagar por qué aquello había perdido la capacidad de succión. Una curiosidad accidental que posteriormente le conduciría a forjar un imperio.
“Mi vida está llena de fracasos”
Pues bien, seguimos con el aspirador. Por aquel entonces el británico había visitado una fábrica con un ciclón industrial que separaba las partículas del aire empleando fuerzas centrífugas y de repente algo hizo clic en su cabeza: ¿por qué no replicar ese eficiente modelo en un aspirador? Y se puso manos a la obra.
No fue una tarea fácil: Dyson confeccionó hasta 5.000 prototipos hasta dar con el modelo definitivo, y es en este punto donde comienza a encajar la determinación de la que hacía gala en las carreras en la frase que abre el artículo. ¿Miedo al fracaso? Al contrario. Este luchador aprecia los reveses en la vida como una oportunidad de oro para avanzar y evolucionar: "Mi vida y mi día a día están llenos de fracasos", confiesa, "los fracasos son interesantes".
El aspirador G-Force había visto la luz por primera vez y, con la patente en la mano, el inventor comenzó un penoso deambular por los diferentes fabricantes con la idea de vender su producto, y ya se sabe, la arrogancia de los grandes suele ser mala compañera. Del "hay un tipo en la puerta con un aspirador nuevo que dice que es la bomba" al "¿un aspirador sin bolsa? jaja", y nuestro hombre volvió a casa con las orejas gachas.
Aquel producto era bueno y si nadie quería comprarlo, él mismo lo vendería. Había nacido Dyson Ltd. en junio de 1993 y los primeros pasos fueron muy duros: apenas vendía unidadesPero de nuevo su determinación le hizo levantarse: aquel producto era bueno y si nadie quería comprarlo, él mismo lo vendería. Había nacido Dyson Ltd. en junio de 1993 y los primeros pasos fueron muy duros: apenas vendía unidades. Se ve que la superior capacidad de succión no era un argumento suficiente para decir adiós al aspirador de toda la vida y arriesgarse con una marca desconocida.
Pero diez años más tarde todo cambió. No sólo basta con ser bueno sino que además hay que demostrarlo y el británico dio con la clave: a la gente no le preocupa mucho la eficacia, pero el vil metal sí. El eslogan de la casa cambió a "diga adiós a las bolsas de recambio" al tratarse el G-Force del primer aspirador que por sus características, no las necesitaba.
Y mano de santo. El ignorado aspirador pasó a convertirse en el más vendido en el Reino Unido y con unas tasas de crecimiento que cortaban el hipo. Los grandes que antes se reían socarronamente de aquel tipo larguirucho, ahora observaban con honda preocupación el movimiento y salieron al mercado con versiones similares. Copias descafeinadas que lo único que hicieron es engrandecer aún más la genialidad de Dyson, la empresa.
La senda del éxito estaba ya marcada a fuerza de tesón y talento, y la firma prosiguió inundando el mercado con productos transgresores, desde el ventilador sin aspas hasta el secamanos ultrarrápido que a buen seguro habrá visto en los baños de algún aeropuerto. El ninguneado nada ahora entre millones y como hemos apuntado, fue nombrado caballero.
Lo último que hemos sabido de este genio de espíritu inquieto es el anuncio de unos impresionantes planes expansivos en el ámbito del I+D, con la creación de un campus que dará empleo a cerca de 3.000 ingenieros dedicados a tiempo completo a innovar e idear nuevos productos, invirtiendo para ello la friolera de 250 millones de libras esterlinas. Este corredor de fondo no conoce los límites, así que con semejante fuente de recursos uno puede esperar cualquier cosa de su factoría.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
¿Qué hace falta para ser un genio? Posiblemente algo de la determinación que este británico exhibe abiertamente, pero también una dosis considerable de inconformismo y espíritu transgresor. Las islas han alumbrado al menos a tres figuras relevantes de nuestro tiempo que han ido un poco más allá de lo establecido y marcado sus propias normas: Richard Branson, fundador de Virgin, Jony Ive, el creador de los productos estrella de Apple, y por qué no, este irreverente genio.
Ahora su apellido da nombre a un imperio presente en 65 países y que da empleo a más de 3.000 trabajadores. Y que, por descontado, le ha hecho multimillonario. ¿Cómo sucedió todo? La vida en torno a este personaje, nombrado, por cierto, caballero, es tan alocada como la historia de su fortuna. Si a Isaac Newton le cayó una manzana en la cabeza, Dyson vio la luz mientras pasaba el aspirador en el salón de su casa.
La vida en torno a este personaje, nombrado, por cierto, caballero, es tan alocada como la historia de su fortuna. Si a Isaac Newton le cayó una manzana en la cabeza, Dyson vio la luz mientras pasaba el aspirador en el salón de su casaAquel trasto hacía más ruido que otra cosa pero aspiraba muy poco. Intrigado, abrió la caja donde se ubica la bolsa y la sustituyó sin éxito. Y aquí, donde cualquier mortal hubiera optado por llevar el aparato al taller o propinarle una patada de frustración, nuestro hombre decidió indagar por qué aquello había perdido la capacidad de succión. Una curiosidad accidental que posteriormente le conduciría a forjar un imperio.
“Mi vida está llena de fracasos”
Pues bien, seguimos con el aspirador. Por aquel entonces el británico había visitado una fábrica con un ciclón industrial que separaba las partículas del aire empleando fuerzas centrífugas y de repente algo hizo clic en su cabeza: ¿por qué no replicar ese eficiente modelo en un aspirador? Y se puso manos a la obra.
No fue una tarea fácil: Dyson confeccionó hasta 5.000 prototipos hasta dar con el modelo definitivo, y es en este punto donde comienza a encajar la determinación de la que hacía gala en las carreras en la frase que abre el artículo. ¿Miedo al fracaso? Al contrario. Este luchador aprecia los reveses en la vida como una oportunidad de oro para avanzar y evolucionar: "Mi vida y mi día a día están llenos de fracasos", confiesa, "los fracasos son interesantes".
El aspirador G-Force había visto la luz por primera vez y, con la patente en la mano, el inventor comenzó un penoso deambular por los diferentes fabricantes con la idea de vender su producto, y ya se sabe, la arrogancia de los grandes suele ser mala compañera. Del "hay un tipo en la puerta con un aspirador nuevo que dice que es la bomba" al "¿un aspirador sin bolsa? jaja", y nuestro hombre volvió a casa con las orejas gachas.
Aquel producto era bueno y si nadie quería comprarlo, él mismo lo vendería. Había nacido Dyson Ltd. en junio de 1993 y los primeros pasos fueron muy duros: apenas vendía unidadesPero de nuevo su determinación le hizo levantarse: aquel producto era bueno y si nadie quería comprarlo, él mismo lo vendería. Había nacido Dyson Ltd. en junio de 1993 y los primeros pasos fueron muy duros: apenas vendía unidades. Se ve que la superior capacidad de succión no era un argumento suficiente para decir adiós al aspirador de toda la vida y arriesgarse con una marca desconocida.
Pero diez años más tarde todo cambió. No sólo basta con ser bueno sino que además hay que demostrarlo y el británico dio con la clave: a la gente no le preocupa mucho la eficacia, pero el vil metal sí. El eslogan de la casa cambió a "diga adiós a las bolsas de recambio" al tratarse el G-Force del primer aspirador que por sus características, no las necesitaba.
Y mano de santo. El ignorado aspirador pasó a convertirse en el más vendido en el Reino Unido y con unas tasas de crecimiento que cortaban el hipo. Los grandes que antes se reían socarronamente de aquel tipo larguirucho, ahora observaban con honda preocupación el movimiento y salieron al mercado con versiones similares. Copias descafeinadas que lo único que hicieron es engrandecer aún más la genialidad de Dyson, la empresa.
La senda del éxito estaba ya marcada a fuerza de tesón y talento, y la firma prosiguió inundando el mercado con productos transgresores, desde el ventilador sin aspas hasta el secamanos ultrarrápido que a buen seguro habrá visto en los baños de algún aeropuerto. El ninguneado nada ahora entre millones y como hemos apuntado, fue nombrado caballero.
Lo último que hemos sabido de este genio de espíritu inquieto es el anuncio de unos impresionantes planes expansivos en el ámbito del I+D, con la creación de un campus que dará empleo a cerca de 3.000 ingenieros dedicados a tiempo completo a innovar e idear nuevos productos, invirtiendo para ello la friolera de 250 millones de libras esterlinas. Este corredor de fondo no conoce los límites, así que con semejante fuente de recursos uno puede esperar cualquier cosa de su factoría.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
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