Soy un inversor intuitivo. No baso mis inversiones
ni en el análisis técnico ni en el análisis fundamental. Analizo las
pantallas diariamente y apuesto en uno u otro valor según las
sensaciones que obtengo del mercado”, me comentaba este fin de semana un
inversor particular en una reunión de gestores.
“¿Y le va bien?”, pregunté.
“¿Y le va bien?”, pregunté.
“Sobrevivo”, me contestó lacónicamente lo que me hizo pensar que no.
En mis varias décadas como gestor de patrimonios he conocido a muchos compañeros que le daban una gran importancia a la “intuición” a la hora de invertir. Aunque eran sólidos sus conocimientos técnicos y fundamentales en muchas ocasiones se dejaban guiar “por su olfato”, como decían. A algunos les iba mejor que a otros, pero en términos generales sus resultados eran decepcionantes.
Y es que según un gran número de estudios realizados, allí donde se tiene información suficiente para construir un modelo los resultados que se obtienen al aplicarlo son mejores. Esto vale perfectamente para los mercados financieros.
Hace unos días, en una interesante conferencia de inversores, dos de los más prestigiosos gestores actuales, Ray Dalio y Bill Ackman, compartieron con los asistentes algunos de sus respectivos procesos de inversión. En ambos casos, el factor “intuición” no estaba presente.
Ray Dalio por ejemplo habló que los métodos cuantitativos que utiliza para la toma de decisiones operativas tienen una elevada tasa de acierto, muy por encima de las decisiones personales de cada gestor.
Ben Carlson de Wealth Common Sense recoge las palabras de Dalio en esta conferencia. “El 99% de las veces estoy de acuerdo con la estrategia cuantitativa. El 1% de las veces que no lo estoy he comprobado en retrospectiva que el sistema automático tenía razón en el 66% de las ocasiones”.
Dalio reconoció que se equivocaba 2 de cada 3 veces cuando intentaba anular su modelo de inversión cuantitativa, y eso que este es uno de los gestores más brillantes del mundo.
El premio nobel de economía Daniel Kahneman
demostró recientemente que los algoritmos simples que se usan para
tomar decisiones tienden a vencer a los expertos que intentan utilizar
la intuición en una amplia variedad de campos –la medicina, negocios, la
inversión. Los expertos están demasiado confiados en sus habilidades
mientras que los modelos no. Los modelos son disciplinados mientras que
los expertos tienden a dejarse cegar por sus prejuicios.
Joel Greenblatt, durante el período de 2009 a 2011, realizó un interesante experimento en el que ofrecía a sus clientes dos posibilidades. Una cuenta auto gestionada para que ellos eligieran sus propias acciones, y una cuenta gestionada por profesionales. En esta última la gestión se realizaría por programas informáticos siguiendo modelos de valoración.
Los resultados fueron que las cuentas auto gestionadas tuvieron un comportamiento ligeramente peor que el mercado (62,7% S&P 500 vs 59,4% cuentas), mientras que las de gestión automática alcanzaron una rentabilidad del 84,1%
Este peor comportamiento del inversor particular se produjo por varios factores entre los que se encuentran:
- Las acciones que mejor comportamiento tuvieron fueron las acciones más deprimidas. Los inversores saben porque estas acciones se han comportado mal, por lo que generalmente las evitan. Los modelos automáticos no.
- En segundo lugar los inversores particulares tienden a vender acciones después de períodos de bajo rendimiento y comprar acciones después de períodos de fuertes ganancias. Esto es lo opuesto a una estrategia valor.
Uno de las conclusiones más relevantes de este experimento fue que las cuentas auto gestionadas que mejor comportamiento tuvieron fueron la de aquellos inversores que no hicieron nada. Es decir, abrieron la cuenta, compraron una cartera de valores y no tomaron ninguna otra decisión en los años del estudio.
Ben Carlson señala que para la mayoría de personas es difícil creer que un sistema automatizado puede tomar mejores decisiones que sus propios instintos, pero los datos así lo atestiguan.
En mis varias décadas como gestor de patrimonios he conocido a muchos compañeros que le daban una gran importancia a la “intuición” a la hora de invertir. Aunque eran sólidos sus conocimientos técnicos y fundamentales en muchas ocasiones se dejaban guiar “por su olfato”, como decían. A algunos les iba mejor que a otros, pero en términos generales sus resultados eran decepcionantes.
Y es que según un gran número de estudios realizados, allí donde se tiene información suficiente para construir un modelo los resultados que se obtienen al aplicarlo son mejores. Esto vale perfectamente para los mercados financieros.
Hace unos días, en una interesante conferencia de inversores, dos de los más prestigiosos gestores actuales, Ray Dalio y Bill Ackman, compartieron con los asistentes algunos de sus respectivos procesos de inversión. En ambos casos, el factor “intuición” no estaba presente.
Ray Dalio por ejemplo habló que los métodos cuantitativos que utiliza para la toma de decisiones operativas tienen una elevada tasa de acierto, muy por encima de las decisiones personales de cada gestor.
Ben Carlson de Wealth Common Sense recoge las palabras de Dalio en esta conferencia. “El 99% de las veces estoy de acuerdo con la estrategia cuantitativa. El 1% de las veces que no lo estoy he comprobado en retrospectiva que el sistema automático tenía razón en el 66% de las ocasiones”.
Dalio reconoció que se equivocaba 2 de cada 3 veces cuando intentaba anular su modelo de inversión cuantitativa, y eso que este es uno de los gestores más brillantes del mundo.
Daniel Kahneman |
Joel Greenblatt, durante el período de 2009 a 2011, realizó un interesante experimento en el que ofrecía a sus clientes dos posibilidades. Una cuenta auto gestionada para que ellos eligieran sus propias acciones, y una cuenta gestionada por profesionales. En esta última la gestión se realizaría por programas informáticos siguiendo modelos de valoración.
Los resultados fueron que las cuentas auto gestionadas tuvieron un comportamiento ligeramente peor que el mercado (62,7% S&P 500 vs 59,4% cuentas), mientras que las de gestión automática alcanzaron una rentabilidad del 84,1%
Este peor comportamiento del inversor particular se produjo por varios factores entre los que se encuentran:
- Las acciones que mejor comportamiento tuvieron fueron las acciones más deprimidas. Los inversores saben porque estas acciones se han comportado mal, por lo que generalmente las evitan. Los modelos automáticos no.
- En segundo lugar los inversores particulares tienden a vender acciones después de períodos de bajo rendimiento y comprar acciones después de períodos de fuertes ganancias. Esto es lo opuesto a una estrategia valor.
Uno de las conclusiones más relevantes de este experimento fue que las cuentas auto gestionadas que mejor comportamiento tuvieron fueron la de aquellos inversores que no hicieron nada. Es decir, abrieron la cuenta, compraron una cartera de valores y no tomaron ninguna otra decisión en los años del estudio.
Ben Carlson señala que para la mayoría de personas es difícil creer que un sistema automatizado puede tomar mejores decisiones que sus propios instintos, pero los datos así lo atestiguan.
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