Es sin duda uno de los hombres de Dios más ungidos que vivieron en los tiempos modernos.
Conocido como el “apóstol de la fe”, fue descrito en su momento como un
varón “lleno del Espíritu Santo”. Vivía y caminaba continuamente en la
presencia del Señor. Y los milagros que acompañaron su ministerio
fueron de una clase jamás vista desde los días de los apóstoles.
Ciegos, sordos, mutilados, deformados por enfermedades, desahuciados en
el umbral de la muerte, con cáncer u otra enfermedad, todos fueron
sanados por el Poder del Creador. Incluso muertos fueron resucitados.
Smith nació el 8 de junio de 1859 en el pequeño y apacible pueblo de Menston, del condado de Yorkshire, en Inglaterra. Sus primeros años de vida, que estuvieron sumidos entre la pobreza y el analfabetismo, fueron marcados por el hambre de Dios, a pesar de que sus padres estaban alejados de Cristo. Y es que su abuela, una fiel seguidora del Señor Jesucristo, siempre se aseguró de que Smith asistiera a reuniones cristianas. Así, cuando tenía ocho años, se unió a la Iglesia Metodista y tuvo un claro conocimiento del nuevo nacimiento en Dios. Entonces, se percató lo que la muerte y resurrección de Jesús significaban para él y abrazó el cristianismo con todo su corazón.
LLAMADO PRECOZ
Pronto comenzó a operar como el predicador que sería más adelante. Su primer converso fue su propia madre Martha. Luego, cuando tenía trece años, se mudó junto a su familia a la ciudad de Bradford, donde se unió a la Iglesia Metodista. A pesar de que no sabía leer, fue en este tiempo que Smith empezó a tener la costumbre de llevar siempre una copia del Nuevo Testamento. Luego, en 1875, cuando tenía unos dieciséis años, el Ejército de Salvación abrió una misión en Bradford, y Smith encontró allí un poderoso aliado en su aspiración de que la gente conociera al Salvador. En las reuniones se percató que había un gran poder detrás de la oración y el ayuno.
A los diecisiete años, Wigglesworth conoció a un hombre de Dios en una fábrica que lo acogió como aprendiz y le enseñó el oficio de plomero. También le habló sobre lo que la Biblia enseña sobre el bautismo en agua, y poco después con mucho gusto Smith obedeció y fue bautizado. Durante este tiempo, él también aprendió más acerca de la segunda venida de Cristo. Con el tiempo, en 1877, a la edad de dieciocho años, decidió que era el momento de establecerse por su cuenta. Entonces, se fue a la casa de un plomero y pidió trabajo. Aunque en primera instancia no fue contratado, fue acogido por el hombre debido a que observó “algo diferente” en él.
Dos años después, Smith se trasladó a la ciudad de Liverpool para darle un nuevo impulso a su vida. Fue en este famoso puerto inglés donde comenzó a ministrar a los niños de la ciudad. Infantes harapientos y hambrientos llegaron a él para escuchar el Evangelio. Wigglesworth hizo su mejor esfuerzo para alimentarlos y vestirlos con las ganancias de su empleo como plomero. También visitó hospitales y barcos. Además oraba y ayunaba todos los domingos, y pedía a Dios por los inconversos. Del mismo modo, fue invitado con frecuencia por el Ejército de Salvación para hablar en sus reuniones, y a menudo se derrumbó y lloró delante de la gente debido a su preocupación por la salvación de las almas.
APÓSTOL DEL SIGLO XX
Fue también en esta época que Smith Wigglesworth observó con gran interés como una mujer joven, socialmente acomodada, se presentó en una de las reuniones del Ejército de Salvación y cayó de rodillas y se entregó a Dios. Su nombre era Mary Jane Featherstone, pero todo el mundo la llamaba “Polly”. Entre ellos, con los años, floreció un romance que terminó en un feliz matrimonio consumado el 2 de mayo de 1882. Ella tenía veintidós años y él tenía veintitrés. Smith aprendió a leer después de casarse con Polly. En sus treinta años de matrimonio, tuvieron cinco hijos: Alicia, Seth, Harold, Ernest y George.
En 1907, a la edad de 48 años, recibió el bautismo del Espíritu Santo, y se convirtió en un cristiano único, su temperamento y su forma de vivir cambiaron radicalmente. Smith Wigglesworth fue llamado por Dios al ministerio evangelístico para ir a las naciones de la tierra, y a partir de entonces trabajó siempre con total independencia respecto de las denominaciones, pero con mucha cercanía y amor con los pastores e iglesias que le abrieron las puertas. El Señor lo llevó a ministrar en grandes reuniones de sanidad y milagros, en las que impartía fe a las multitudes, predicaba el mensaje de salvación, oraba por los enfermos y desafiaba a los creyentes a pasar por las aguas bautismales.
Wigglesworth tenía una presencia imponente que irradiaba autoridad. Era cortés y amable, pero austero. Estaba lleno de la compasión, el amor y la fe de Dios y desafiaba a sus oyentes a tener hambre y sed de la presencia del Todopoderoso. Decía que: “nada en el mundo puede fascinarnos tanto como estar cerca de Jesucristo”. Era particularmente generoso: con los hermanos, con las iglesias y especialmente con los pobres. Ofrecía unas cenas particulares para personas muy pobres basándose en las palabras de Jesús, en Lucas 14:13-14: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado”. En estas cenas muchas personas se convertían.
Su esposa Polly falleció en 1913, pero antes tuvo que convencerlo que el Señor la estaba llamando, porque él no cesaba de orar para que no muriera. Sólo hasta que el Altísimo le habló, Wigglesworth la dejó partir, pero la extrañó por siempre. Luego viajó intensamente predicando la Palabra de Cristo hasta poco antes de su muerte.
Como un viajero incansable, Smith llevó la Palabra del Señor a Suecia, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, India, Ceilán, y varios países de Europa y diversas islas del Océano Pacífico. Algunos de sus sermones fueron transcritos para revistas pentecostales y además fueron recogidos en dos libros: “Ever Increasing Faith” y “Faith that Prevails”. Hombre de doctrina férrea como el metal, atestiguaba que Dios lo había sanado de apendicitis y gran parte de su labor misionera se centró en la curación por fe que despertó el interés de la prensa internacional. En sus diversas biografías se detalla que regresó de la muerte a varias personas, entre ellas a su propia esposa Polly.
Smith Wigglesworth murió el 12 de Marzo de 1947, a la edad de 87 años. Su mayor legado fue el ejemplo de su fe en el Señor Jesucristo, su amor por las almas y su insaciable búsqueda de la difusión del Evangelio y su comunión con el Espíritu Santo. Y aunque nunca formó su propia denominación o escribió un libro, y mucho menos un conjunto sistemático de doctrinas y teología, su convicción sencilla en Dios todavía inspira hoy en día a todos los creyentes del mundo
Smith nació el 8 de junio de 1859 en el pequeño y apacible pueblo de Menston, del condado de Yorkshire, en Inglaterra. Sus primeros años de vida, que estuvieron sumidos entre la pobreza y el analfabetismo, fueron marcados por el hambre de Dios, a pesar de que sus padres estaban alejados de Cristo. Y es que su abuela, una fiel seguidora del Señor Jesucristo, siempre se aseguró de que Smith asistiera a reuniones cristianas. Así, cuando tenía ocho años, se unió a la Iglesia Metodista y tuvo un claro conocimiento del nuevo nacimiento en Dios. Entonces, se percató lo que la muerte y resurrección de Jesús significaban para él y abrazó el cristianismo con todo su corazón.
LLAMADO PRECOZ
Pronto comenzó a operar como el predicador que sería más adelante. Su primer converso fue su propia madre Martha. Luego, cuando tenía trece años, se mudó junto a su familia a la ciudad de Bradford, donde se unió a la Iglesia Metodista. A pesar de que no sabía leer, fue en este tiempo que Smith empezó a tener la costumbre de llevar siempre una copia del Nuevo Testamento. Luego, en 1875, cuando tenía unos dieciséis años, el Ejército de Salvación abrió una misión en Bradford, y Smith encontró allí un poderoso aliado en su aspiración de que la gente conociera al Salvador. En las reuniones se percató que había un gran poder detrás de la oración y el ayuno.
A los diecisiete años, Wigglesworth conoció a un hombre de Dios en una fábrica que lo acogió como aprendiz y le enseñó el oficio de plomero. También le habló sobre lo que la Biblia enseña sobre el bautismo en agua, y poco después con mucho gusto Smith obedeció y fue bautizado. Durante este tiempo, él también aprendió más acerca de la segunda venida de Cristo. Con el tiempo, en 1877, a la edad de dieciocho años, decidió que era el momento de establecerse por su cuenta. Entonces, se fue a la casa de un plomero y pidió trabajo. Aunque en primera instancia no fue contratado, fue acogido por el hombre debido a que observó “algo diferente” en él.
Dos años después, Smith se trasladó a la ciudad de Liverpool para darle un nuevo impulso a su vida. Fue en este famoso puerto inglés donde comenzó a ministrar a los niños de la ciudad. Infantes harapientos y hambrientos llegaron a él para escuchar el Evangelio. Wigglesworth hizo su mejor esfuerzo para alimentarlos y vestirlos con las ganancias de su empleo como plomero. También visitó hospitales y barcos. Además oraba y ayunaba todos los domingos, y pedía a Dios por los inconversos. Del mismo modo, fue invitado con frecuencia por el Ejército de Salvación para hablar en sus reuniones, y a menudo se derrumbó y lloró delante de la gente debido a su preocupación por la salvación de las almas.
APÓSTOL DEL SIGLO XX
Fue también en esta época que Smith Wigglesworth observó con gran interés como una mujer joven, socialmente acomodada, se presentó en una de las reuniones del Ejército de Salvación y cayó de rodillas y se entregó a Dios. Su nombre era Mary Jane Featherstone, pero todo el mundo la llamaba “Polly”. Entre ellos, con los años, floreció un romance que terminó en un feliz matrimonio consumado el 2 de mayo de 1882. Ella tenía veintidós años y él tenía veintitrés. Smith aprendió a leer después de casarse con Polly. En sus treinta años de matrimonio, tuvieron cinco hijos: Alicia, Seth, Harold, Ernest y George.
En 1907, a la edad de 48 años, recibió el bautismo del Espíritu Santo, y se convirtió en un cristiano único, su temperamento y su forma de vivir cambiaron radicalmente. Smith Wigglesworth fue llamado por Dios al ministerio evangelístico para ir a las naciones de la tierra, y a partir de entonces trabajó siempre con total independencia respecto de las denominaciones, pero con mucha cercanía y amor con los pastores e iglesias que le abrieron las puertas. El Señor lo llevó a ministrar en grandes reuniones de sanidad y milagros, en las que impartía fe a las multitudes, predicaba el mensaje de salvación, oraba por los enfermos y desafiaba a los creyentes a pasar por las aguas bautismales.
Wigglesworth tenía una presencia imponente que irradiaba autoridad. Era cortés y amable, pero austero. Estaba lleno de la compasión, el amor y la fe de Dios y desafiaba a sus oyentes a tener hambre y sed de la presencia del Todopoderoso. Decía que: “nada en el mundo puede fascinarnos tanto como estar cerca de Jesucristo”. Era particularmente generoso: con los hermanos, con las iglesias y especialmente con los pobres. Ofrecía unas cenas particulares para personas muy pobres basándose en las palabras de Jesús, en Lucas 14:13-14: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado”. En estas cenas muchas personas se convertían.
Su esposa Polly falleció en 1913, pero antes tuvo que convencerlo que el Señor la estaba llamando, porque él no cesaba de orar para que no muriera. Sólo hasta que el Altísimo le habló, Wigglesworth la dejó partir, pero la extrañó por siempre. Luego viajó intensamente predicando la Palabra de Cristo hasta poco antes de su muerte.
Como un viajero incansable, Smith llevó la Palabra del Señor a Suecia, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, India, Ceilán, y varios países de Europa y diversas islas del Océano Pacífico. Algunos de sus sermones fueron transcritos para revistas pentecostales y además fueron recogidos en dos libros: “Ever Increasing Faith” y “Faith that Prevails”. Hombre de doctrina férrea como el metal, atestiguaba que Dios lo había sanado de apendicitis y gran parte de su labor misionera se centró en la curación por fe que despertó el interés de la prensa internacional. En sus diversas biografías se detalla que regresó de la muerte a varias personas, entre ellas a su propia esposa Polly.
Smith Wigglesworth murió el 12 de Marzo de 1947, a la edad de 87 años. Su mayor legado fue el ejemplo de su fe en el Señor Jesucristo, su amor por las almas y su insaciable búsqueda de la difusión del Evangelio y su comunión con el Espíritu Santo. Y aunque nunca formó su propia denominación o escribió un libro, y mucho menos un conjunto sistemático de doctrinas y teología, su convicción sencilla en Dios todavía inspira hoy en día a todos los creyentes del mundo
No hay comentarios: