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Vencer al Azar
I. Mateo 5:22, “Pero yo os digo que todo el que se enoja con su
hermano será culpable en el juicio. Cualquiera que le llama a su hermano
‘necio’ será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llama
‘fatuo’ será expuesto al infierno de fuego.
El hermano enojado es capaz de usar lenguaje abusivo (“necio,
fatuo”, etc.). Mata con palabras. Prov. 12:18, “Las palabras de algunos
son como estocadas de espada”.
1 Jn. 3:15, “Todo aquel que odia a su hermano es homicida”.
II. Mateo 5:23, 24, “Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y
allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda
allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y
entonces vuelve y ofrece tu ofrenda”.
Sin duda, de todos los mandamientos de la Biblia, este es uno de
los más ignorados y descuidados, como si no estuviera en la Biblia.
El propósito principal de ofrecer sacrificios y ofrendas a Dios es
para reconciliarnos con El. 2 Cor. 5:20, “en nombre de Cristo os
rogamos:
¡Reconciliaos con Dios!”
Pero antes de poder reconciliarnos con Dios tenemos que
reconciliarnos con el hermano, porque Dios no acepta el servicio de su
hijo que tenga enojo, malicia, amargura en el corazón y esté distanciado
de su hermano.
Nuestra relación con Dios depende de nuestra relación con el
hermano. 1 Jn. 4:20, “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su
hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha
visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
Desde luego, todos decimos, “Yo sí amo a mis hermanos”, pero si
alguien dice, “Pero yo no aguanto al hermano Fulano y ni siquiera tengo
ganas de saludarle bien”, ¿esto es amor?
Esto nos recuerda de 1 Ped. 3:7, “vosotros, maridos, igualmente,
convivid de manera comprensiva {con vuestras mujeres,} como con un vaso
más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
Es pensamiento alarmante que Dios no aceptara nuestra adoración.
Como dice Amós 5:22, “Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestras
ofrendas de grano, no los aceptaré”.
Sal. 51:17, “Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás”.
En este caso de Mat.5:23, 24, me acerco a Dios para adorar pero me
acuerdo que yo he ofendido a mi hermano; él tiene algo contra mí y debo
buscarlo para reconciliarme con mi hermano.
Porque Dios no acepta la adoración de hermanos peleados (enajenados, distanciados). ¡Hay que poner lo primero primero!
III. “Anda, reconcíliate…”
Jesús no dice, “Espera hasta que tu hermano venga a ti”, sino
“anda, reconcíliate con tu hermano”. Debe tomar la iniciativa. Debe
buscar a su hermano ofendido y buscar la reconciliación con él.
El pecado que nos separa del hermano también nos separa de Dios.
Isa. 59:1, 2. Muchos de estos pecados contra Dios eran injusticias
contra sus hermanos.
Pero ¿cuántos miembros ofrecen culto a Dios semana tras semana sin
obedecer este mandamiento? Llegan a la asamblea, cantan, oran, toman la
cena, ofrendan, sabiendo que hay miembros que tienen algo contra ellos.
A duras penas les saludan a ciertos hermanos, pero ofrecen su adoración
a Dios como si estuvieran en perfecta paz. Dios no se engaña.
“Por tanto” – se conecta con los versículos anteriores que hablan de la oveja descarriada porque todo hermano que peque es oveja descarriada y debemos tener corazón de pastor para rescatarlo.
“Si tu hermano peca contra ti”. En Mat. 5:23, 24, uno es el ofensor y el hermano es el ofendido. En este texto el hermano es el ofensor y uno es el ofendido.
En los dos casos, si uno es el ofensor o si es el ofendido, Jesús nos dice, “vé tu”, “anda tú”; o sea, en los dos caso uno debe tomar la iniciativa para buscar al hermano para reconciliarse con él.
¿Y el otro? Desde luego, lo mismo se aplica a él. En los dos casos él debe “ir”; o sea, los dos deberían encontrarse en el camino, cada uno buscando al otro.
“Ve” – Aquí está el orden divino y es preciso – indispensable – que lo observemos. “Ve”. El pastor no espera que la oveja regrese a él, sino que sale a buscar la oveja descarriada;
Entonces “ve” en lugar de esperar hasta que él venga a ti, aunque es cierto que él también tiene la misma obligación de ir y buscar a su hermano (Mat. 5:23, 24).
“Ve” en lugar de hablar de él a otros, y cada vez exagerando la ofensa, para crear un partido de simpatizadores a favor de usted y en contra del hermano.
Aquí cabe Sant. 3:5, “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande!”
Aun la ley de Moisés. Lev. 19:17, 18 enseñó sobre esto: “’No aborrecerás en tu corazón a tu hermano. Ciertamente amonestarás a tu prójimo, para que no cargues con pecado a causa de Él. ‘No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová”.
“Ve” en lugar de murmurar contra él (Sant. 4:11) o quejarse de él (Sant. 5:9) y en lugar de contarlo a todo el mundo, menos a él.
Mat. 18:15, “estando tú y él solos”. Esta es una de las enseñanzas más importantes para nuestra relación con hermanos. Es una enseñanza completamente razonable, lógica y sana, pero lamentablemente es una de las enseñanzas más descuidadas e ignoradas.
Pero hay miembros que no quieren obedecerlo. No les gusta. Mejor quejarse, murmurar o dejar la congregación para escapar del problema.
¿Por qué? Porque no aman al hermano. No tienen el valor necesario para hacerlo porque piensan que al hermano que debe ser exhortado no le va a gustar la exhortación y que, por eso, habrá reacción negativa y que todo será desagradable.
Pero se siente ofendido y tiene quejas contra el hermano y por eso, desparrama el asunto por toda la iglesia. En tal caso este hermano, al igual que el otro, está mal. Es pecado desobedecer a Cristo, sea en cuanto al bautismo, la cena, nuevas nupcias o en este asunto.
El resultado es que hay mucha inquietud en la iglesia. Se forman partidos y hay mucha murmuración. Es como una llaga con mucha infección. Causa tropiezos para nuevos miembros y para visitantes. Hacen burla los visitantes diciendo, “Somos mejores que los miembros”.
VI. “Has ganado a tu hermano”.
Sí, es muy posible, pero el problema es que muchas veces parece
que eso no es el deseo de la persona ofendida. No quiere reconciliación.
Sólo quiere quejarse y denunciar al hermano. Quiere seguir semana tras
semana, mes tras mes, alimentando su odio, orgullo y resentimientos.
Rom. 13:14, “vestíos del Señor Jesucristo y no proveáis para los
deseos de la carne”. La carne tiene un apetito tremendo y el guardar
resentimientos y mal humor hacia hermanos es puro deleite para la carne.
Es sabroso como un bistec. Satisface como un refresco helado en día
caliente.
Gál. 6:1, “Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de
mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.
Pero ¿es esto lo que queremos? ¿O nos da más satisfacción mantener la
relación de enemistad y distanciamiento?
Este plan divino es perfecto. Es un plan que funciona.
Inmediatamente después de la ofensa, ir a solas con su hermano, y aunque
hable con toda franqueza, hable también con amor, con humildad y
mansedumbre con el sincero deseo de resolver el problema y tener paz.
En la gran mayoría de los casos esto da buenos resultados. Pero el
problema es que muchos simplemente no quieren buenos resultados.
VII. Si el hermano acepta su falta y pide perdón lo perdonamos.
La Biblia no habla de razón alguna para no perdonar. No hay
alternativa alguna. Los que rehúsen perdonar están sin Biblia y por eso
no pueden encontrar apoyo alguno.
Si el hermano pide perdón, no somos Dios para decir que este
hermano no es sincero y que cuando pide perdón sus palabras son mentiras
huecas, que se ha arrepentido y confesado faltas en el pasado y por eso
no hay que tomar en serio lo que dice y no hay que perdonar.
Si el hermano pide perdón, hay un solo curso de acción para nosotros: perdonarle.
Si yo digo, “Pero yo sé que no es sincero, yo sé que no va a
cambiar”, esto simplemente no es cierto. Yo no sé tal cosa. Yo sí sé lo
que ha ocurrido en el pasado, pero no sé lo que pasará en el futuro,
sólo Dios sabe eso.
A veces la persona ofendida dice como me dijo hace tiempo una
hermana de Weslaco, Texas, “Pero usted no entiende. No sabe lo que este
hermano ha hecho. No sabe cómo me ha ofendido”. Tales personas
entienden la enseñanza de Jesús pero creen que su caso es diferente, es
excepcional, y que por eso la enseñanza de Jesús no tiene aplicación en
el caso suyo.
O dicen “sí yo estoy dispuesto a perdonarle, pero después de seis
meses o un año cuando haya dado plena prueba de haber cambiado”; es
decir, lo estoy poniendo bajo “prueba”.
En ese caso supongo que el hermano se hace a sí mismo como oficial
y el hermano bajo prueba debe reportar a su oficial cada mes para dar
evidencia de su buen comportamiento. Y si no es culpable de haber
fallado la prueba, entonces después de seis meses o un año le perdona.
El único problema con esto es que no hay Biblia para apoyar tal
conducta. No hay texto alguno. ¿Saben por qué? Porque el hermano
ofendido no es Dios para conocer el corazón del hermano que pida perdón.
Si mi hermano me pide perdón yo tengo una sola opción: perdonarle.
De otro modo, estoy cerrando la ventana del cielo en mi propia cara
porque Dios no me perdona a mí si no perdono a mi hermano.
Pero entonces se pregunta, ¿Cuántas veces debo perdonarle? Bueno,
¿cuántas veces le ha perdonado Dios? ¿No pedimos perdón cada vez que
oremos a Dios? ¿Aun aquí en los servicios? ¿Estamos en serio o estamos
nada más diciendo palabras? ¿Estamos jugando con Dios cuando pedimos que
nos perdone?
Mat. 18:21, 22, “Entonces Pedro se acercó y le dijo: –Señor,
¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta
siete veces? Jesús le dijo: –No te digo hasta siete, sino hasta setenta
veces siete”.
Si pedimos perdón cada día del año, 490 veces sería como por un
año y poco más de cuatro meses. Un año es 365 días y 125 días son más de
cuatro meses más.
¿Cuántos han perdonado a su hermano 490 veces? Pero Dios nos ha
perdonado mucho más de las 490 veces porque eso sería apenas durante un
año y cuatro meses.
La enseñanza sencilla es que el perdonar no tiene límite, como no
queremos que Dios nos ponga límite a las veces que El nos perdona.
Entonces, después de perdonar al hermano, si en el futuro él
repite la ofensa, desde luego, le puedo exhortar porque debe hacer
“obras dignas de arrepentimiento” (Hech. 26:20). Pero si vuelve a pedir
perdón, yo tengo una sola opción: perdonarle de corazón.
Si él no es sincero, Dios lo sabrá pero a mi no me toca juzgar su corazón. Yo no soy Dios para hacer eso.
VIII. “Si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.
Desde luego, deben ser hermanos imparciales, hermanos neutrales, que escucharán objetivamente la acusación y la defensa.
1 Tim. 5:20, 21, “A los que continúan pecando, repréndelos delante
de todos para que los otros tengan temor. 21 Requiero solemnemente
delante de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que
guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad”.
Estos testigos le exhortan también porque el propósito principal
de llevar testigos es que esto preste más fuerza al intento de restaurar
al hermano.
IX. “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia”.
Pero este paso no es el primero sino el tercero. La iglesia no
debe ser cargada con resolver problemas entre dos hermanos. Éstos deben
tener el amor y el valor para resolver su propio problema.
Casos de ofensa personal deben llegar a la iglesia solamente
después de los primeros dos pasos. Esto significa que los primeros dos
pasos han fallado y que el hermano que pecó es rebelde y obstinado y ha
rechazado los esfuerzos del hermano ofendido y sus testigos.
Muchas veces este orden de Dios no es respetado. La iglesia
investiga y examina casos de hermanos peleados cuando el ofendido no
obedeció Mat. 18:15 y 16. En tal caso los dos están mal, tanto el que
pecó contra su hermano y también el hermano ofendido por no obedecer
Mat. 18:15, 16.
Conclusión.
Obedezcamos Mat. 5:23, 24; 18:15-17. Afecta la adoración (el
culto). Si no obedecemos esto, es un estorbo para la iglesia. El
problema se desparrama.
Causa murmuración. Produce partidos. Provoca otras ofensas. A veces involucra miembros de otras congregaciones.
Seamos pacificadores (Mat. 5:9). Busquemos la unidad por la cual
Jesús oró (Jn. 17:21, 23). “Permanezca el amor fraternal” (Heb. 13:1).
La gente hoy en día está tan entretenida en los quehaceres de esta vida que no le sobra tiempo ni para pensar en lo que será de ellos después de la muerte, porque muchos de ellos creen que han venido a este mundo para piedra, "Semilla", que nunca van a morir y, si mueren, se acabó todo.
Por eso, cuando se les invita para que asistan a la iglesia y se reconcilien con Dios, comienzan a poner excusas, como por ejemplo: "Tengo mucho trabajo", "no te apures, cualquier día me aparezco por allá", "ahora tengo muchos problemas que resolver", "ya casi estoy con ustedes", etc.
Amigo, todas estas excusas me hacen recordar muchas experiencias tristes que he tenido con muchas de estas personas.
Había un joven que estaba estudiando medicina y solamente le faltaban unos meses para obtener su licenciatura de doctor. Mientras este doctor se encontraba haciendo su internado en un hospital, tuve la oportunidad de presentarle a Cristo como su único y exclusivo salvador personal y le regalé algunos materiales bíblicos para que los leyera.
Este joven se sintió muy entusiasmado, ya que cada vez que nos veíamos, nos sentábamos a hablar de Cristo, hasta que comprendió que era un pecador y que tenía que aceptar a Jesucristo como su Salvador.
Amigo, este joven tenía tanto trabajo y tantas preocupaciones que, cada vez que lo invitaba a la iglesia, tenía una excusa que darme, y así estuvo hasta saber la triste noticia de que había pasado a la eternidad sin recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador.
¿Sabe usted cuándo este joven fue a la iglesia?
Cuando lo llevó el coche fúnebre. Y de estos casos, yo les puedo contar más. Diariamente muchas personas pasan por esa misma amarga experiencia. Nunca fueron a la iglesia hasta que lo llevó el coche fúnebre. Amigo, hay un dicho que dice: Nadie sabe para quién trabaja, pero el final sí, es otro quien goza. Quizás tú seas uno de esos que tienen tiempo para todos, menos para buscar a Dios.
Hay muchas personas que se afanan en la vida por cumplir con sus compromisos; otros se afanan para hacerse ricos, pero cuando la muerte los sorprende, entonces lo que han almacenado, ¿de quién será?
Del que menos uno se imagina.
Por eso Jesucristo te dice: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y las demás cosas vendrán por añadidura" (Mateo 6:33). Y te continúa diciendo: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta (del corazón), yo entraré a él, cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).
Amigo, no esperes que la funeraria te lleve a la iglesia; ve por tus propios pies, conviértete a Cristo, no importa tu condición espiritual, física o material; la sangre de Jesucristo te limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). Cristo te ama y te quiere salvar.
Visita una iglesia en donde se predique el evangelio completo de Jesucristo, y entrégate a Él.
CRISTO VIENE PRONTO…
POR FAVOR, SALVA A UN ALMA HOY. Yo ya hice mi parte. Ahora es tu turno para expandir el evangelio. Dios los bendiga a todos.
Y POR FAVOR, NO TE OLVIDES DE COMPARTIR ESTE TRATADO. ESTOY ORÁNDOLE A DIOS PARA QUE TODOS LOS QUE LEAN ESTE TRATADO REFLEXIONEN Y SE SALVEN. POR FAVOR, ES URGENTE, NO SEA NEGLIGENTE; AYUDA A QUE LA GENTE LEA ESTE BOSQUEJO Y SE SALVE. DIOS TE BENDIGA.
Apocalipsis 22:12 He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Cristo viene…
Qué involucra un nombre? Por lo general, un nombre encapsula nuestro conocimiento de la persona o de la entidad que está siendo nombrada. Si conoces bien a "Jorge", y él es amigable, alto, pelirrojo y tiene unos 30 años, entonces el nombre Jorge te transmite todo ese conocimiento. Cuando alguien te dice: "Vi a Jorge hoy", no te lo tiene que describir; el nombre en sí mismo conlleva los muchos rasgos que tú asocias con Jorge.
Sin embargo, en nuestra relación con Dios el Nombre no es el resumen de todo lo que conocemos, sino que es la fuente de todo lo que conocemos. Dios es tan distante de todo marco de referencia con el que nosotros, como seres humanos, podemos relacionarnos, que al final de cuentas Su naturaleza nos resulta absolutamente misteriosa. El hombre, siendo finito, no puede conceptualizar al Dios infinito, eterno e incorpóreo.
No podemos cumplir nuestro propósito en la tierra sin establecer una relación con Dios, y es imposible relacionarnos con un misterio. Para resolver este problema Dios nos dio Sus nombres. Ninguno de esos nombres fue hecho por el hombre; son términos que Dios usa para describirse a Sí mismo en la Torá. Y son una interfaz de fácil uso que elimina el misterio y nos permite relacionarnos con Dios de formas que nos resulten familiares a partir de nuestras relaciones cotidianas. Habiendo dicho eso, ¿implica esto que, en realidad, los nombres no tienen nada que ver con Dios y que se nos dieron como una especie de sustituto para lo verdaderamente auténtico?
Una buena metáfora para entender esto es imaginar a una persona reuniéndose con el Presidente. El visitante, privilegiado por tener un acceso tan personal, se encontrará sentado literalmente cara a cara con el Presidente, y aún así apenas podrá percibir sólo una pizca de su verdadera personalidad. A partir de este breve y preparado encuentro, no podrá determinar si el Presidente es amable o duro, caritativo o avaro, perspicaz o tosco. El encuentro será demasiado breve y controlado para otorgar una imagen precisa.
Sus nombres son Su oficina – el lugar en donde nos cruzamos con Su camino y obtenemos una leve idea de Su esencia.
De la misma forma, cuando interactuamos con Dios por medio de Sus nombres, es en realidad con Dios Mismo que nos estamos conectando, pero sólo podemos encontrarlo en, por decir de alguna manera, Su oficina. Sus nombres son Su oficina – el lugar en donde nos cruzamos con Su camino y obtenemos una leve idea de Su esencia.
Los dos nombres más importantes, que nos fueron enseñados por Dios en la Torá, son los nombres mencionados en el primer versículo del Shemá –Elokim e IHVH, o el Shem.
Elokim: El Nombre de Poder
El Shulján Aruj dice que cuando nos referimos a Dios como "Todopoderoso", estamos utilizando la traducción al español del nombre Elokim (Oraj Jaim 5). Pero debemos esforzarnos un poco para entender la implicancia del nombre “Todopoderoso” para poder beneficiarnos en términos de la relación. Expresemos primero a qué nos referimos cuando decimos Todopoderoso y luego lo explicaremos. Por medio de este nombre reconocemos que Dios no sólo es el Creador, sino el Amo de todo el poder y la energía del universo.
¿Qué significa esto en español? En su libro, Nefesh Hajaim, Rav Jaim de Volozhin explica cómo entender el poder de Dios en relación al nuestro: Los seres humanos pueden ser creadores; por ejemplo, un hombre puede crear un inmenso edificio. Sin embargo, una vez que termina su creación, ésta puede existir sin su creador. El edificio – salvo circunstancias inusuales – seguirá existiendo mucho tiempo después de que sus arquitectos y personal de construcción hayan desaparecido de este mundo. Incluso un niño – una vez creado y traído a la vida por sus padres – puede existir independientemente de ellos.
Por otro lado, Elokim crea, pero Sus creaciones no tienen una existencia independiente más allá de Él. Él es el poder que no sólo los trae a la existencia, sino que también les permite continuar existiendo.
Como ilustración de esta idea, imagina un vaso suspendido en el aire. Si la fuerza que mantiene el vaso en el aire es retirada, el vaso caerá a la tierra y se estrellará al ser llevado por la gravedad de vuelta a su estado natural. La creación del Todopoderoso – todo el universo y todo lo que hay en él – es exactamente como este vaso suspendido. Sin la mano del Todopoderoso sustentando constantemente el vaso de la existencia, la realidad que Él creó simplemente se desvanecería, dejando en su lugar la nada que precedió a la Creación.
En el relato de la Creación de la Torá (Génesis 1), el Todopoderoso es referido como Elokim 32 veces. De hecho, ningún otro nombre sagrado aparece en todo el capítulo. El número 32 corresponde al valor numérico de la palabra hebrea para corazón – lev. Esta correlación enseña que el rol de Elokim en la creación es como el rol del corazón en un ser humano. El pulso del poder de Elokim mantiene a la creación en existencia al igual que el constante latir de nuestros corazones nos mantienen con vida. En referencia a Su rol como autor, planificador y continua fuente de poder de toda la existencia, Dios es llamado Elokim.
Tzelem Elokim: La Imagen de Dios
Todo el mundo está familiarizado con la idea de que el hombre fue creado a imagen de Dios. Sin embargo, la Torá es más específica, porque no es a Dios en general a quien el hombre se parece, sino a Dios en su rol de Elokim. En otras palabras, al ser creados como "tzelem Elokim", de alguna manera formamos parte en la provisión del continuo flujo de energía sustentadora que Elokim provee a la creación.
Dios ha puesto en las manos de la humanidad la llave que regula el flujo de poder de Elokim en el universo.
¿Qué rol podría jugar el hombre en el flujo de este poder exclusivamente Divino? El hombre es tzelem Elokim porque Dios ha puesto en sus manos la llave que regula el flujo de poder de Elokim en el universo. Pese a que el hombre no puede producir el poder, sí puede influir en su cantidad, intensidad y brillo. Por medio de su influencia, el mundo puede estar lleno de energía Divina, o cubierto por un estado de sombría oscuridad.
Son las decisiones de libre albedrío de las personas las que regulan el flujo de poder de Elokim en el mundo
Las palabras que elegimos decir, las acciones que elegimos hacer y las cosas que elegimos pensar actúan disminuyendo o intensificando la fuerza con la que se expresa en nuestro mundo el poder sustentador de Dios.
La electricidad es una excelente metáfora para visualizar el proceso: Cuando encendemos o apagamos las luces, lo único que estamos haciendo en realidad es abrir o cerrar el circuito que permite que los electrones fluyan por el conductor. Sin embargo, nosotros consideramos que somos los creadores de la corriente. Asimismo, nosotros controlamos la calidad de la existencia en el universo por medio de nuestras acciones.
La palabra Elokim y la palabra hebrea hateva, que significa "naturaleza", tienen el mismo valor numérico: 86. De acuerdo al pensamiento judío, la naturaleza incluye todos los fenómenos que fueron creados en los siete días de creación descritos en Génesis 1, tanto física como metafísicamente. Todo el universo y lo que hay en él es impulsado por el nombre Elokim.
El poder de Elokim que sustenta al universo emana desde una fuente, el Todopoderoso, y baja hacia la naturaleza usando al hombre como conducto. El hombre es el interruptor que permite que la energía fluya.
El Nombre: IHVH
Pero la naturaleza tiene reglas bastante fijas y sus leyes no parecen tener la capacidad de tolerar la flexibilidad que la plegaria asume, ya que toda plegaria constituye en realidad un pedido de que el mundo cambie sólo para mí. Para explicar los supuestos sobre nuestra relación con Dios que están implicados en la plegaria, debemos aprender a relacionarnos con otro nombre de Dios: IHVH.
Cada incremento de existencia es producido separadamente por Dios.
Por ejemplo, si una persona se agacha para ponerse los zapatos, completa la tarea, y luego se pone de pie con los zapatos puestos, nosotros percibiremos el agacharse y ponerse los zapatos como la causa por la que ahora está con los zapatos puestos. Sin embargo, desde la perspectiva Divina, cada uno de esos movimientos fue una expresión separada de Su voluntad, y la única razón por la que el hombre está usando zapatos es porque Dios quiso que eso ocurriese en ese momento.
En otras palabras, nada tiene que pasar como resultado de una ocurrencia previa. El hombre podría haber estado peinándose el cabello y luego aparecer con los zapatos puestos. Si hubiésemos atestiguado eso, concluiríamos que la causa –peinarse el cabello- lleva al efecto –aparecen zapatos en los pies.
La Necesidad de una Pantalla
Imagina que tu corazón, en lugar de funcionar involuntariamente, requiriera la participación activa de otra persona para funcionar; minuto a minuto, el operador debería hacerlo bombear. Si este fuera el caso, sentirías que tu vida pende de un hilo en cada momento, porque si el operador llegara a olvidar hacer su trabajo, o se quedara dormido, morirías. Bajo estas circunstancias sería imposible funcionar.
Los corazones laten, los pulmones respiran, los estómagos digieren, los cerebros dirigen los circuitos del cuerpo, y todo esto es sin el esfuerzo directo de nadie. Tener a otra persona a cargo de nuestra supervivencia física en cada momento pondría sobre nosotros un estrés intolerable. En el mundo espiritual ocurre lo mismo. Si fuésemos conscientes de la voluntad Divina que dirige nuestras vidas cada momento, nos sentiríamos como marionetas indefensas, conscientes todo el tiempo de que nuestro Amo es quien maneja los hilos. Para que podamos funcionar, no podemos sentir todo el tiempo nuestra vulnerabilidad al control de Dios sobre nuestras vidas.
Dios deseaba que el hombre pudiese percibir exitosamente a su Creador sin sentirse abrumado. El mundo natural, representado por el nombre Elokim, provee una pantalla protectora mediante la cual el hombre puede lograr esta consciencia. Si no fuese por ella, no podríamos sobrevivir el interactuar con el Shem.
por Rav Noson Weisz
Aish Latino
Ap. 22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
I. Definición
Hay dos palabras distintas que son traducidas en el Nuevo Testamento para referirse al tribunal, “criterion” y “bimá” griego.
”criterion”, significa; “El instrumento o medio para probar o juzgar cualquier cosa”, “la regla por el cual uno juzga” “el lugar donde se hace un juicio” “el tribunal de un Juez”, “un banco de jueces”, esta palabra se refiere a una norma con el cual se imparte un juicio, un tribunal para la condenación correspondiente.
Muchos se preguntan acerca del Tribunal de Cristo y piensan que será algo terrible estar en él. Sin embargo, dos palabras de la lengua griega son usadas para denotar la idea o el concepto de la comparecencia ante el Señor. Uno de esos términos refiere al texto de 2 Corintios 5, traducido como tribunal de Cristo. Este es "el bimá" de Cristo, similar al que servía para los juegos olímpicos de Atenas, una tribuna donde se entregaban los premios a los que ocuparan los primeros lugares, pero donde no se infligía ningún castigo a los que no calificaban como ganadores. "El tribunal o bimá" de Cristo es aquel lugar donde todo creyente comparecerá para mostrar su obra, sea buena o mala, y recibir del Señor el premio por lo que ha presentado; habrá algunos creyentes que de acuerdo a lo reseñado en 1 Corintios 3 manifestará una obra que resultará en cenizas. La obra de cada uno será revelada por el fuego, probada por el fuego, en la metáfora paulina, de manera que en algunos ella permanecerá, lo cual implica que se recibirá recompensa. No obstante, en otros creyentes la obra no permanecerá, porque aunque han sobreedificado sobre el mismo fundamento que es Cristo, lo que han edificado es madera, heno u hojarasca, materiales no resistentes al fuego.
Esta es la razón fundamental por la cual Pablo argumenta que la persona que edifica en esos materiales poco nobles sufrirá pérdida, si bien el mismo será salvo como por fuego, como quien escapa de un incendio, sencillamente porque la salvación no se pierde al que no se aparta de la fe , pues ha sido programada desde los siglos, y no depende de nuestras obras, sino de quien llama, ya que es por gracia para que nadie se gloríe. Aparte de esta hermosa realidad, el llamado es a edificar con materiales nobles como el oro, plata y piedras preciosas, que son resistentes al fuego y el fuego mismo las purifica. Esta otra metáfora conlleva sus implicaciones para estimularnos a trabajar en la obra del Señor con amor, con paciencia y con devoción, sin intrigas y sin murmuraciones, para que los materiales con los cuales se edifique sean de verdad nobles.
La doble defensa del escondite, podemos titular a esta maravillosa metáfora. Un escondite donde nadie nos puede alcanzar, nadie nos puede atrapar, nadie nos puede sacar. Un doble escondite, una doble cueva, una cueva que se encuentra dentro de otra cueva, inexpugnable. Imaginemos por un momento que Cristo no nos quisiera (esto es un supuesto descabellado para mostrar la grandeza de esa metáfora); si eso fuera posible tenemos todavía la otra cueva, la del Padre, pues estamos escondidos en Dios. Pero continuemos imaginando lo descabellado, que sea el Padre quien no nos quiera, entonces estamos bajo la protección del Hijo, de su muerte vicaria, pues las actas de nuestros decretos, que nos era contraria, están clavadas en la cruz. Y como no puede haber contradicción entre el Padre y el Hijo resulta imposible que uno quiera y el otro no. El ejemplo es simplemente para ilustrar la fortaleza de la metáfora anunciada en la Escritura: vuestra vida escondida con Cristo en Dios.
El mismo apóstol que escribió esta revelación también escribió que nadie nos podrá separar del amor de Cristo, nadie podrá acusar a los escogidos de Dios, pues Dios es el que justifica. Recordemos que estamos justificados por la fe en el Hijo de Dios, que Cristo vino para reconciliarnos con Dios, que pagó todas nuestras deudas y literalmente nos compró con sangre. Ahora bien, podemos imaginar nuestro precio y no creo que pueda haber un solo creyente en la vida que pueda argumentar sólidamente que lo que se pagó por su rescate fue menor que lo que se pagó por otro hermano. Esto implica, de entrada, que todos tenemos igual valor ante Dios, pues el valor de la paga fue el mismo: la muerte del Hijo de Dios, en sacrificio vivo. Semejante precio merece que cuidemos una salvación tan grande, para que podamos sobreedificar en el fundamento -que es Jesucristo- en oro, plata o piedras preciosas. Sería interesante motivarnos a presentarle al Señor una obra bien acabada, con materiales nobles. Pero semejante precio también merece que sea cuidada nuestra salvación por parte de quien la hizo posible, por eso se nos enseña que estamos escondidos en Cristo en Dios. No es solamente nuestra tarea el ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, sino que es parte de la tarea de Dios mismo el garantizar que su obra en la cruz del calvario no sea en vano. De allí que como Él ha planificado desde antes de la fundación del mundo todo lo que quiere que acontezca(dice la Escritura que Cristo mismo estaba planificado o inmolado desde antes de la fundación del mundo), Él mismo nos ha preparado de antemano las buenas obras para que andemos en ellas. Esto nos suena misterioso, por cuanto presuponemos de inmediato que como nadie puede resistir su voluntad entonces se acaba la responsabilidad humana.
El tribunal de Cristo, el bimá, no el criterion, es el sitio adonde vamos a comparecer; esto nos anima a participar de la generosidad de una recompensa por nuestro trabajo. Si la salvación es gratis, de gracia y no por obras, la premiación se hará por las obras. En el relato de Apocalipsis se ve una escena donde los santos colocan sus coronas -o lo que es lo mismo, sus premiaciones- a los pies del Señor. Ojalá tengamos algo que ofrecerle como manifiesto del amor que le tenemos, pues ya Él nos amó primero y lo hará por siempre! Prosigamos a la meta del supremo llamamiento, en la perseverancia colectiva, y más allá del grupo, en la perseverancia individual. El que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mt.10:22).